Aparentemente, con mi apología de Peluffo he reflejado una especie de “Sentir Popular” que andaba suelto en el aire. En realidad, es la primera vez que me pasa algo así. Por otro lado, eso mismo ha desconcertado a mis lectores amantes de Schopenhauer y Meredith Monk. A ellos les digo -fuerte y lento, para que me oigan detrás de sus cúpulas de cristal veneciano -: ¡Tranquilícense, también sigo pensando que el fútbol es de tarados, que tener celular es para subnormales y que para gustar de “South Park” hay que tener un cerebro muy pero muy permeable a la opinión de los suplementos jóvenes dirigidos a la edad del pavo!
¡Ah! ¿Que los amantes de Schopenhauer también miran fútbol, tienen celular y se ríen con South Park y ahora directamente me odian? Y bueno, todo no se puede; es más, a veces ni siquiera se puede algo.
Miren, lecciones de baile de James Brown (pasado por un amigo)!
Actualización: Yyyyyyy me acabo de enterar de que Mario Monicelli está en Mar del Plata, así que qué más puedo hacer sino poner acá una de las mejores escenas de la historia del cine universal.
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