martes, 27 de marzo de 2007

¡Libro de Quejas contra los tipos que piden el Libro de Quejas ya!





Algún día alguien más inteligente que yo evaluará el daÑo que le han provocado al mundo las Organizaciones de Defensa del Consumidor. No me refiero a algo tan banal como que hayan desplazado la PROTESTA POLíTICA y GREMIAL condenándonos a todos a vivir en un sistema cada vez más INJUSTO y CLAUSTROFóBICO, sino a que cada vez se escucha más seguido el insoportable discurso del .cliente disconforme..


AntaÑo, o sea cuando estaba en mis veintipico, consideraba que el tipo que se quejaba con el mozo del estado de su pollo a la portuguesa era un infeliz y un burgués, y que, en vez, debía agradecerle a la vida el hecho de poder sentarse a comer un plato caliente tranquilo; décadas de abusos empresariales convirtieron al quejoso en una especie de héroe contra los monstruos corporativos.


En fin, esto podrá tener su cuota de verdad y siempre es un placer escuchar que la empresa Cadorna Inc. le tuvo que devolver el doble del dinero al Sr. González, porque su equipo de DVD tenía un rayoncito; convengamos en que ya por el hecho de comprarse un DVD, como cualquier otra cosa, el Sr. González merece todo lo malo que le pueda pasar en la vida, y si fuera posible agregarle un par de escupitajos no me sentiría del todo descontento; pero, como decía al principio del párrafo, ponele que es un placer verlo ganar por una vez, pobre González.


Pero ya no se pueden dar dos pasos sin toparse con un moderno y paposo caballero andante que, agitando la lanza de la carta documento, cree estar luchando contra los molinos de viento de la deslealtad comercial, y te cuenta su epopeya contra los pobres diablos que aguantan sus chillidos desencajados por teléfono como si hubiera cruzado el Canal de la Mancha a nado.


De nuevo, esto sería lo de menos, porque lo mínimo que merece la estafa empresarial es un ladrillazo en la nuca. Pero la verdadera peste que asuela nuestras relaciones actuales es que este discurso indignado empieza a contaminar todos los ámbitos de la vida humana.

El Cliente Insastisfecho cree que todo lo que lo rodea es un .servicio.. El Cliente Insatisfecho piensa que tiene derecho a quejarse de todo lo que no le gusta, que es casi todo, y a exigir una compensación económica por cada contrariedad, sea una discusipón con su novia o un pequeÑo paro cardíaco por los ladridos del monstruo en forma de perro encerrado en la casa de la esquina. Esta columna, sin ir más lejos, es visitada a diario por uno que otro de estos ejemplares, que cree que está en condiciones de evaluar mi trabajo como si yo fuera su mayordomo o parte del servicio de atención técnica de su banda ancha (si es que tiene el mal gusto de tenr banda ancha).


Déjenme explicarles algo: Esto no-es-un-servicio. No les estoy informando de nada, no estoy haciéndoles funcionar nada, no los estoy protegiendo ni estoy iluminando nada. Esta columna es completamente inútil, lo que la convierte en .arte.. Sí, esto es arte. Es decir, este weblog es un fiel reflejo de mi mundo interior (cosa que ya he conversado con mi terapeuta, pero ese es otro tema); y frente al arte, puede haber tomatazos, críticas destructivas, risitas sardónicas y hasta linchamientos, pero no quejas. No he prometido nada, no adeudo nada, no nos ata ningún contrato y ni siquiera tenemos un pacto de caballeros; Así que se pueden guardar sus .para cuándo lo de hoy. y sus .basta de esto, mejor hacé esto otro. porque no hay forma humanamente posible de que les haga caso.


Pero al Cliente Insastisfecho le han comido tanto la cabeza con que es una especie de Che Guevara que ya adopta la actitud de reclamo frente a todo: Pide que el Museo le devuelva la guita porque el cuadro de Van Gogh que está mirando tiene demasiado amarillo, amenaza con juicio a la Secretaría de Parques y Jardines porque su plaza no tiene caléndulas, exige el libro de quejas porque el cantante de .Lo Chabone del Palo. emitió un Do menor en lugar de una séptima disminuida de Sol, se queja en el registro Civil de que su matrimonio es una farsa, pide una mediación entre él y sus padres porque su vida es horrible.


El Cliente Insatisfecho parece haber olvidado la rica gama de relaciones humanas que existen en el mundo, y el único tipo de parentesco que le hace bullir la sangre es aquel cuyo óbolo le otorga el derecho a levantar el teléfono y acosar a un telemarketer.


Pobre infeliz; claro, en el otro extremo estamos los que, cuando la compaÑía de teléfono nos llama por tercera vez para reclamarnos un pago, nos sentimos heridos en un rincón del alma por la falta de consideración y confianza; o que, cuando el tipo del banco nos promete un nuevo Plan de Macroendeudamiento Eterno que nos será muy provechoso, creemos que lo hace .porque tiene buena onda.. Y que cuando pagamos una factura, sentimos que un ángel del capitalismo recibe sus alas y nos sonríe.


Y entonces, una lágrima nos rueda desde las mejillas hasta el bolsillo.


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