lunes, 12 de marzo de 2007

Slow Transit Food: ¿Nueva Tendencia gastronómica o flagelo?





Escribe el Lic. Isaías Baralt

Bon Vivant Extremo

lotomosinsodaporqueasipegamas@ubbi.com


Raúl Iriarte Paz viene imponiendo su concepto de la Slow Transit Food desde 1989, con experiencias como Una Piedra o Fuera Bombas, insistiendo en el concepto de que la comida debe ser generosa; y que la generosidad pasa, no sólo por la cantidad de las porciones, sino por la extensión de tiempo en que la comida permanece en el organismo. En palabras textuales .y crudas -del inventor del Revuelto Gramajo salteado con Chinchulines (que escandalizara la casi victoriana cocina Light que se impusiera en los restaurantes porteÑos de fines de los noventa), .si lo largás en menos de 48 horas es porque te estafaron..


Logramos sortear a nuestros cancerberos de siempre, esta vez con ayuda de un estilete tallado en un blister metalizado de psicofármacos, para dirigirnos al último emprendimiento de Iriarte Paz, sito en una coqueta esquina de Las CaÑitas, llamado Parir con Dolor, donde el hombre de Béccar promete .no sin dejar escapar una sonrisita algo siniestra ..intensificar la propuesta, para que la experiencia sea inolvidable..


Comenzamos con la recomendación del chef, Churrasco Crudo Sin Nada, consistente en, sencillamente, un churrasco completamente crudo, sin nada. La carta lo describe como un plato donde .el ingrediente principal es presentado en su simplicidad inicial, sin disfraces ni sofisticación., y no podemos menos que aceptar la veracidad de la propuesta. Sin embargo, tenemos alguna pequeÑa reserva respecto de la salmonella y la echterichya coli, que manifestamos al amable camarero de turno. éste nos tranquliiza explicándonos que dichas bacterias son .un invento de los diarios..


Sólo la promesa de una experiencia inolvidable y la férrea confianza que tenemos en Iriarte Paz consiguen que terminemos el plato, que, con la máxima generosidad de la que somos capaces, podemos calificar de .abominable.. Nuestra protegée Naty estuvo a punto de vomitar un par de veces, actividad por otro lado cotidiana en su accionar dada su condición de bulímica. Logramos impedírselo .para que disfrute de la experiencia completa .apelando a un par de traumas revelados por ella misma durante las sesiones grupales.


De cualquier modo, ni siquiera esta entrée más cercana al cachetazo que al saludo nos preparó para el plato principal, Cachos de Lechón Crudo AcompaÑados por Tres Kilos de Papas Fritas sin pelar ni Cortar en el Aceite de la Rotisería de al Lado. La claridad conceptual del título nos exime por completo de explicar en qué consiste el plato, no así de la dificultad de terminarlo; Iriarte Paz debió acercarse personalmente a la mesa para explicarnos que sólo si dejábamos la vajilla limpia la .experiencia de la Slow Transit Food” sería completa y satisfactoria. Su insistencia, el aprecio personal que le tenemos y su insinuación de que no se hacía cargo de la posible reacción del chef -un hombre con un pasado violento -cumplieron su cometido.


Por fin, la finalización del postre, Pedazos de Chocolate Amargo BaÑados en Dulce de Leche Regados con Trozos de Pollo Crudo, Alfajores y Vinagreta de Caramelos Mú-Mú, podría calificarse de .Epopeya.. Debimos contener un poco a Naty, que me juraba entre lágrimas que prefería ser golpeada y asesinada, pero luego de unas palabras de aliento la muchacha se comportó como una heroína.


El tour de force que siguió fue, efectivamente, una experiencia inolvidable; probablemente una de las experiencias más intensas de nuestras viidas. Tal vez una intensidad del lado malo, pero intensidad al fin. Cumpliendo el objetivo básico de Iriarte Paz, efectivamente, sus obras culinarias no parecen moverse un centímetro de las entraÑas. Se resisten. Y además, violentamente. Por lo que conseguimos percibir, la obra gastronómica de Iriarte paz y su eficiente equipo se siente desorientada, prisionera, y arremete ciegamente con puÑos, dientes, uÑas y también instrumentos cortantes contra todo lo que la rodea, que vendría a ser el cuerpo humano del comensal, recordándonos la cruenta escena de una vieja cinta de ciencia ficción.


Afortunadamente el local de Iriarte Paz cuenta con unos cómodos camastros adonde se fija a los sibaritas de turno con férreas correas de cuero, para impedir que los mismos intenten abrirse el abdomen con las uÑas o hacerse algún otro tipo de daÑo debido a los inevitables dolores. En esta ocasión (debemos confesar que repetimos el segundo plato), además se nos proporcionó un palo de madera (de perfumado cerezo) para morder, como para descargar el torrente de adrenalina producto del infernal sufrimiento.


Unos modernos parlantes intentan aliviar nuestro tormento a través de la emisión de sonatas de Vivaldi (una estupenda interpretación del Cuarteto de Cuerdas de Budapest); por otra parte, el sufrimiento de nuestra protegée, indignada .porque ni siquiera la dejaban ir a vomitar., sólo pudo ser aplacado por nuestras pacientes palabras, proponiéndole que luego vuelque su rabia en un .weblog proana..


Luego de tres largos días en que, siempre según la teoría de Iriarte Paz, la cena fue disfrutada al máximo, vino lo peor. Los coquetos sanitarios del restaurante cuentan con el máximo de confort, con grabaciones de ríos torrentosos y cántico de ballenas para paliar la intensidad de la experiencia, y sobre todo, con paredes forradas en titanio para amortiguar los gritos de los comensales (más de una vez Iriarte Paz debió enfrentar las denuncias de vecinos convenciudos de que en el local se estaba cometiendo un asesinato). Pero con tesón y estoicismo, todo sale. Deja el alma marcada, pero sale.


Felicitamos al hombre de Béccar por la experiencia, aunque .siempre dentro del buen humor que nos caracteriza .convenimos en que merecería ser encarcelado y azotado y probablemente sometido a vejámenes. .Estoy acostumbrado a ese tipo de observación., nos responde Iriarte Paz con una recientemente emblanquecida sonrisa, contrastante con su estupendo bronceado. .Y no crea que no estoy custodiado por gente armada.. Tomamos nota.


A continuación surgió una pequeÑa diferencia de opiniones en torno a la cuenta .que pensábamos pagar con una breve reseÑa en el digesto gastronómico que realizo junto a otros internos de la Clínica -, ya que, además del cargo por los platos (que, admitámoslo, requerían una elaboración mínima), se pretendía que paguemos estadía completa por los tres días de digestión. Sólo una serie de maniobras con la botella de Bonarda que traíamos escondida en el doble fondo del chaleco .con la colaboración de Naty en sacacorchos pneumático, instrumento ciertamente letal pero que luego de un par de lecciones la muchacha maneja a la perfección .nos permitieron salir del local hasta la parada de taxi más cercana. Debemos decir con cierto orgullo que la custodia de Iriarte Paz se vio bastante golpeada en su autoestima, por no decir sus órganos internos, luego de nuestra brillante performance bélica.


De vuelta en la Clínica, donde nuestros guardianes se disponen a intentar corregir nuestra conducta, redactamos mentalmente esta reseÑa y adjudicamos a Parir con Dolor con el máximo de puntaje, aunque el Churrasco Crudo sin Nada podría estar cortado en forma menos irregular. ¡Cheers!


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