Escribe el Ing. Jorge Cubero Sosa
Experto en Catastrofismo Municipal
todosvamosamorir@ubbi.com
El Sr. Podeti me ha reenviado el pedido de una lectora para que analice una .burbuja. que se avecina en forma inminente. Para hacer honor a la verdad, estaba evitando adrede el tema para que mis excursiones desde el refugio antiatómico en busca de restos de comida fueran más fructíferas, pero un pedido es un pedido, y quien les habla tiene el orgullo de saber que esta columna es un servicio. No sé si está claro. Un ser-vi-cio.
Decididamente la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no-está-preparada para la PROFUSIóN EXCESIVA DE FERIADOS que se avecina la semana que viene. Lues feriado, jueves y viernes feriado. Y hay gente que amenza con tomarse .días puente.. Una inconsciencia total. Esto podrá estar bien para países con una tradición milenaria de feriados como Brasil o EspaÑa, o para le gente del interior que se maneja con el tema de la siesta y el vinito y las vaquitas y todo, pero no para la idiosincrasia de nuestra pujante ciudad que se mueve día a día al ritmo del asfalto y los defibriladores personales.
Un exceso de descanso significa una relajación no prevista en el tono muscular de los habitantes de la urbe porteÑa. Esta .disminución del stress. puede hacer descender el nivel de .fuercita. necesaria para el funcionamiento de todos los servicios de la ciudad, con consecuencias alarmantes.
¿Acaso el flujo del tránsito porteÑo no necesita .para moverse e un ritmo que permita que los insumos y los trabajadores lleguen a tiempo -de una masa de músculos maxilares a punto de reventar y órbitas listas para saltar fuera de sus órbitas? ¿Puede un colectivero metropolitano pasarle rozando al tránsito transversal y arrancarle de un golpecito sutil el espejo retrovisor de un vehículo rival sin apretujar el volante como si fuera el cuello de su peor enemigo?
Imaginemos por un momento que la totalidad de los servicios, comercios, encargados de maquinarias, sicarios, operadores de cosas y camilleros en los hospitales públicos bajen, simultáneamente, sólo un 1 % de el .plus de fuercita. habitual. Según mi simulador .Augusto, un muchacho muy imaginativo que trabaja conmigo y que hace unos dibujos muy buenos de guerras y marcianos .esa ausencia de adrenalina sola impediría la corrida agónica hasta la estación de subte y la efectividad de la embestida contra la masa humana apretujada en el interior del vagón. Sencillamente, rebotaríamos contra las nalgas de los pasajeros exteriores.
Con los subsiguientes trenes no aprovechados al máximo, el transporte subterráneo colapsará por completo; los pasajeros sobrantes saldrían a la calle, exigiendo mayor velocidad por parte de los colectiveros, que, en estado de relajación post-vacacional, no podrían cumplir, produciéndose grescas y linchamientos. Por otro lado, los colectivos tomados por pasajeros que sí alcancen las velocidades habituales, atropellarán a millares de peatones que, sin los niveles de .sentido arácnido. normales, estarán incapacitados de lanzar los saltos mortales necesarios para cruzar la Avenida Cabildo.
Las ambulancias, por supuesto, no funcionarán, ya que los paramédicos dirán .eeeh, pará un cachito, no pongas la sirena que recién vuelvo de San Clemente y estoy en otra frecuencia, estoy re zen. y los heridos perecerán sin atención alguna; mientras tanto, los limpiadores de vidrios trabajarán a media máquina y dejarán los parabrisas semi-turbios, complicando aún más las cosas. La gente con cerraduras rebeldes, que debe hacer fuercita para acá y para acá para que la llave le responda quedará en las calles y subirá desproporcionadamente la población de los .sin techo.. El encargado de cerrar correctamente las canillas de las plantas purificadoras de agua las cerrará así nomás y se provocarán inundaciones. Por fin, los países vecinos nos invadirán sabiendo que estamos así, como medio amodorrados y fastidiosos y nos convertirám en esclavos (y encima no podremos cumplir con las tareas asignadas por estar amodorrados y nos azotarán hasta la agonía).
En otros países con población amargada y tensa como la nuestra (por ejemplo, Francia y Uzbekistán), pero más serios, el exceso de feriados se reparte en pequeÑos descansillos de cinco minutos a lo largo de varios meses, para no provocar este tipo de catástrofes; pero claro, estmos en Buenos Aires, el gobierno mira para otro lado y creemos en las soluciones mágicas.
En fin, roguemos a Dios para que la muerte dolorosa y masiva de inocentes por lo menos vaya acompaÑada de ataques de ceguera pandémicos, así aunque sea no vemos escenas sangrientas. Un servidor, por las dudas, entre hoy y maÑana tramita la eutanasia.
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