Escribe Yuki Kasataro Shobane
Autodenominada experta en Japón
yuyocastrogiovanni@ubbi.com
¡Sapporo, honorables amigos! Hoy iniciamos un fascinante recorrido por uno de los rincones más insólitos y exóticos del mundo: El Japón.
Gracias a mis recientes estudios de japonés con mi sensei Ricardo .Chino. Lombardo, día a día voy introduciéndome más y más en esta cultura milenaria, y enterándome de las fantásticas, exóticas y sorprendentes costumbres que practica este avanzado pueblo.
Por ejemplo, el karatonere (que significa .papel no útil llevado a casa.), una práctica a la que se entregan los jóvenes estudiantes japoneses, para descargar tensiones debido a la inhumana PRESIóN SOCIAL y EDUCATIVA (que incluye humillación pública, tortura psicológica, etc.) a la que se ven sometidos en la escuela: se trata de un recorrido por las calles de Tokio, cuando cae el sol, revisando la basura y separando papel, cartones o cosas de utilidad, que luego venden en el Mercado Negro (para lo cual deben trasladarse en el mítico .Tren del Dragón Blanco.). Después utilizan el dinero para .comprarse objetos de su preferencia. (komopare kosaji), desde comida a ropa.
Esta práctica mantiene en vilo a padres, sociólogos y a la Secretaría de Preocupación Juvenil, que ya ha iniciado una importante campaÑa en los medios japoneses contra el karatonere, estimulando a los jóvenes a que se queden encerrados en su casa bajo cuatro llaves, y proporcionándoles cartón directamente en .Cajas Solidarias de Cartón. (se trata de cajas de cartón, llenas de cartón; una movida que le está costando al Imperio del Sol Naciente unos 50.000.0000.000.0000 yenes al mes). También se ha indiciado una campaÑa de PRESIóN SOCIAL directamente en el colegio para que abandonen esta práctica, a través de humillación pública, tortura psicológica, etc.
Esta .Presión de Segundo Grado. ha creado una nueva práctica, el pikatore (.bellos caminos por los que no se puede pasar.), que lleva a jóvenes atormentados y al borde del hara kiri a quemar neumáticos viejos en las calles e impedir el paso de los relucientes Mazda y los Hitachi de las más opulentas empresas de tecnología. El Gobierno también está combatiendo esta práctica que preocupa a las familias, e intenta persuadir a los jóvenes mediante un subsidio, el .Plan de Emperadores y Emperatrices del Dojo Familiar..
El sistema de humillación pública implementado desde la ecuela para combatir el pikatore, por otro lado, ha engendrado el korupusone (.actos benévolos cambiados o canjeados por metálico.), una práctica de jóvenes funcionarios del Gobierno que, para no estallar ante esta inhumana presión, se dedican a cobrar dinero para permitir la realización de determinadas cosas: la inauguración de una fábrica de katanas con 200 láminas de acero en un barrio de casas bajas, el reparto de pez fugu en comedores escolares, la reactivación artificial del Monte Fuji Yama por parte de privados, etc. El Ministerio de Preocupación Juvenil ya estaría pagándole un subsidio en forma de retorno a estos jóvenes funcionarios para estimularlos a que abandonen esta nociva práctica (para ellos y para, por ejemplo, los habitantes de las cercanías del monte Fuji Yama).
Pero ninguna otra costumbre es tan bizarra e insólita como el futabore, (.Patear lindas esferas que rebotan.), una violenta practica (protagonizada por jóvenes torturados psicológicamente hasta límites insoportables en el colegio y en los barrios marginales de Tokio (Bashi Miseru), que descargan su furia y su odio a la sociedad pateando salvajemente una suerte de bolsa redonda (parote) confeccionada con trozos de animales muertos (animaru moretosu), o de plástico (parasuteko), divididos en equipos de once jóvenes enfermizos (once, en Japón, es el número de la Desgracia Horrible), y rodeados por multitudes enfermizas que se repunen a gritar cosas sin ton ni son al son del tambor y el gong. El Gobierno, preocupadísimo, intenta terminar con esta práctica enviando a la porisazu (.Grupo organizado con peligrosas y lindas pistolas.), una organización de jóvenes ataviados con gorras (gorasu) que, socialmente presionados hasta lo indecible, se dedica a obligar a otras personas a que dejen de hacer lo que están haciendo mediante la amenza con armas de fuego, o a ejercer el korupusone.
En una próxima oportunidad les contaré más cosas locas de Japón; el sensei ya me ha adelantado algo sobre el obaru furitashi, una práctica de jóvenes atormentados que se dedican a arrojar huevos de aves de corral sobre aceite caliente; pero primero, tengo que juntar la plata para las clases, que el sensei me cobra en yenes. ¡Hasati paronotu!
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