jueves, 30 de diciembre de 2004

¡NO ME VAS A COMPARAR VEINTIDóS TIPOS CORRIENDO DETRáS DE UNA PELOTA CON UN TIPO VOLANDO CON UN PALO!





Patrón, aquí Kiriatos nuevamente. No me va a creer lo que pasó. El astuto hacker del que le hablaba la otra vez, haciéndose pasar por usted, se apoderó de su página nuevamente, esta vez engaÑando al personal de Clarín.


Por suerte este viejo zorro griego no carece de recursos. Hablé con unos muchachos que viven en mi pensión, que parece que son bastante entendidos en estas cosas y lograron hackear nuevamente la página y darme una contraseÑa inviolable (¡No me pida que se lo explique, patrón! Usted sabe que pertenezco a otra época, una época en la que el honor, la libertad y un vaso de vino junto a una muchacha regordeta son más importantes que toda la tecnología del mundo); a cambio me pidieron que publique un manifiesto en contra de una serie de cosas. Les dije que lo iba a pensar, pero de cuyalquier manera hoy a la maÑana cayeron presos. Parece que alguien los denunció anónimamente por su negocio de venta CDs “truchos” (se dice así, ¿no, patrón?).


En fin, es mi deber continuar con el balance del aÑo; en el rubro deportivo creo que sólo un loco insensato podría evitar poner en el primer puesto al evento más importante del siglo y el anterior, es decir, los Juegos Olímpicos de Atenas. Aún no comprendo cómo alguien concibe realizarlos en otro lugar que no sea mi país, el país de los Juegos Olímpicos. Es como transmitir la entrega de los Oscars desde Palermo Hollywood.


Patrón, por culpa de Koutsodaimonas, el demonio griego de la nostalgia, aún se me llenan los ojos de lágrimas al revivir esas imágenes de la apertura; pero sobre todo al recordar la competencia de garrocha, el deporte nacional griego.


Supongo que imaginarán que este griego libre como el viento e indómito como un asno salvaje de Mykonos no es amigo de esos deportes de disciplina militar, casi fascista y masificación del humano, como fútbol, vóley o tenis; en cambio me sujpera el salto en garrocha. Armados de algo no muy diferente a un palo, estos ases del aire tratan de elevar, ya que no sus almas, por lo menos sus cuerpos, lo más alto posible, intentando araÑar las estrellas con sus rodillas, sin ayuda de casi nada, siendo el proyectil, la catapulta y el tipo que hace funcionar la catapulta al mismo tiempo. Un prodigio que desafía la lógica simbólica.


Y simultáneamente se nos permite ver al cuerpo humano desde doce o quince ángulos completamente diferentes, contorsionándose en el aire como un epiléptico sin gravedad, y abriendo nuevos horizontes en la apreciación del cuerpo femenino y por qué no del masculino (mi formación helénica, patrón, me permite admirar la belleza masculina desde un punto de vista platónico sin temor al qué dirán; por lo demás soy bien macho); estoy convencido de que la disciplina del salto en garrocha ha sido una verdadera revelación para muchas personas, sirviendo de espectáculo inmolvidablly de museo de carne humana en acción tanto mantes del deporte como de la estética anatómica.


¡Por eso levanto mi copa de ouzo en honor a los garrochistas, esos pájaros con ortopedia que hacen morir de envidia a quienes nos arrastramos como gusanos! ¡Que la tierra que pisan no sea más que el polvoriento trampolín desde donde despegarán una y otra vez, hasta que un día Gea, la Diosa Tierra, se declare vencida y los deje partir hasta el Infinito para tocar la sombra de los ángeles!


A continuación, una pequeÑa reseÑa de los más grandes garrochistas griegos, pero primero tengo que briundar un par de veces más en privado (la emoción ha sido demasiada para mí).


Ahora vengo.

Su amigo Kiriatos.


Publicado a las 04:02 p.m.


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