Modo Municipal.
A pesar de lo que los fanáticos de la seguridad prediquen, no hay ciudad en el mundo que no tenga pequeÑas “zonas liberadas”. Por supuesto que en las grandes metrópolis del mundo esto no es producto de pequeÑos intercambios comerciales entre la policía y el hampa, sino más bien como experimentos que se mantienen mientras no alteren el orden público (recordemos el famoso concierto del conjunto “The Sex Pistols”, donde interpretaron irrespetuosos cánticos denigrando a Su Majestad sin temor a represalias legales, recurriendo al sencillo truco de permanecer sobre el río Támesis; aunque probablemente en estos intolerantes días serían hundidos con un torpedo).
La ciudad de Amsterdam, por ejemplo, tiene su Barrio rojo, sus coffee shops y un extraÑo fenómeno que no sé si está legislado pero que es bastante llamativo: sobre los puentes que cruzan los canales, decenas de vendedores de sustancias ilegales se agolpan sin ser molestados al mantra de “¿Extasy?”. Parece que estamos otra vez ante el poder mágico-legalizador del agua.
La ciudad de Buenos Aires no tiene canales, pero sí tenemos sendas peatonales: el reino de los saltimbanquis, vendedores de flores y limpiavidrios. Uno estaría de acuerdo en que, por estar al final de la cadena alimenticia, se deje en paz a estos pobres diablos; podría aceptar incluso que las empanadas bailarinas hagan su ya clásico show musical a pesar de estar financiadas por una poderosa empresa gastronómica, ya que sus evoluciones son de las pocas cosas que nos alegran en estos grises días; pero ya desde hace tiempo ejércitos de hombres sándwich publicitando una batería de productos que van desde desodorantes a diarios de ultraderecha nos hacen llegar a esta extraÑa conclusión: la senda peatonal es la famosa “tierra de nadie”.
No será este librepensador quien exija la represión de este fenómeno; más bien se maravilla de que espurios intereses comerciales hayan sido el catalizador de lo que podría equipararnos a las grandes capitales internacionales: pequeÑas “zonas liberadas” a lo largo y a lo ancho de toda la ciudad, donde las leyes penales queden suspendidas, pero sólo durante el lapso que dura la luz roja; es decir, un lapso tan corto en el que sólo se podrían cometer transgresiones sin importancia que sirvan de válvula de escape a nuestro stress cotidiano. Algo así como un “Pido gancho, el que me toca es un chancho” en formato adulto.
Tal vez habría que excluir, por una cuestión de prudencia, el homicidio con armas de fuego, que puede realizarse en un tiempo bastante breve; en cambio habría que estudiar el tema del homicidio con arma blanca, para ver si puede producirse en ese pequeÑo período (acá me informan que vieron en una película de Hannibal Lecter que parece que sí, se puede hacer bastante rapidito; pero estamos hablando de un personaje de ficción; seamos serios.).
Lo maravilloso de esta propuesta es que se acabaría con otro flagelo, es decir, el de los automóviles que se suben a la senda peatonal, ya que se arriesgarían a ser víctimas de algún delito momentáneamente legalizado; y se estimularía el uso de la senda peatonal por parte de cientos de personas tales como exhibicionistas y consumidores de drogas.
Elevo esta sugerencia a las autoridades municipales pertinentes, que no sé cuáles son; Espero que se tomen el trabajo de leer esto. Si no, estamos en el horno.
Publicado a las 08:33 p.m.
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