Y luego de una catarata de perdedores del concurso “¿Esto es una cara de qué?”, en la que empezaron a llegar mails muy malintencionados donde insinuaban que el del dibujo era el retrato de un servidor (lamentablemente soy mucho más bonito), por fin puedo dar a conocer a los lectores ganadores: El Sr. Die Roboten y el Sr. Christian.
La respuesta correcta era: “Poner la tarjeta del subte en el molinete, olvidarse de sacarla y al querer pasar chocar secamente contra el molinete que no se abre.”
A continuación, el premio: Una descripción detallada e intuitiva de cada uno de los ganadores:
DIE ROBOTEN: De ascendencia teutona, pálido, algunas imperceptibles pecas, pelo rojo como la zanahoria. Alto, algo excedido de peso, tiene una pierna más corta que la otra, nuca prominente, mirada severa aunque atenuada por una boca perpetuamente semiabierta en seÑal de estupefacción; y está empezando a quedarse calvo en la coronilla. Pero en conjunto no es feo pibe. Entre su guararropa nunca falta un pantalón pinzado color cremita, una camisa a rayas grises de manga corta y mocasines de esos con flequitos de cuero. Cuando sale con “los muchachos”, sin embargo, se pone un remerón de Iron Maiden, un poco por nostalgia y otro como mensaje irónico y posmoderno a la sociedad. Sus hobbies son el estudio aficionado de la física moderna y el coleccionismo de modelos de aviones de la Segunda Guerra Mundial. Una vez vio morir de una taque al corazón a un barrendero y pensói “A la mierda, en cualquier momento la podés palmar así como así, es como dice Nicole Neumann, a la vida hay que vivirla”.
EL SR. CHRISTIAN: Ligeramente macrocefálico, pancita de casado, pelo muy largo y enrulado, con grandes y desprolijas patillas. Algunos problemas de exceso de vello en la espalda, mirada vivaz, tal vez excesivamente vivaz, risa fuerte y franca – tal vez excesivamente fuerte y franca – y enormes manos de masajista (con uÑas sucias, cuadradas y quebradizas). Su look favorito son los remerones de equipos de básquet extranjeros sin mangas, bermudas hasta por abajo de la rodilla, zapatillas con las medias bajas y un collar de cuentas de madera. Pero para eventos formales usa un saco negro, remera negra de Ona Sáez con un pequeÑo Che Guevar con brillantina y jeans color petróleo. Un secreto: Se tatuó un pez cristiano encima del pezón izquierdo, a la altura del corazón. No tiene hobbies porque su trabajo (relacionado con la técnica) y su vida de pareja le ocupan mucho tiempo. Una vez conversó quince minutos con un indio mapuche durante un viaje al sur y pensó “A la mierda, cuánta sabiduría, no hay caso, la cultura occidental está en decadencia.”
¡Felicidades! Y miren, unas ilusiones ópticas para ponerse medio turuleco y salir extendiendo las alas y diciendo “¡Brrrrmmmm, soy un avión!”
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