lunes, 28 de noviembre de 2005

¿NO ES POCO SERIO QUE HAYA UN .MUEBLE. . POR ASí LLAMARLO . QUE SE LLAME .PUF.?





Cumbre y Contracumbre del mobiliario palermohollywoodense:


LA CUMBRE: El .Puf., infaltable en el hogar del semiadulto moderno, verdadera bolsa de holgazanería, rivaliza con la HAMACA PARAGUAYA (y sé que decir esto es casi unsacrilegio . en sencillez de diseÑo y comodidad. Conformado por un enorme reservorio de bolitas de telgopor, el .puf. – o .fiaca., según la nueva generación de expendedores de muebles sin patas . se adapta a la forma de nuestro cuerpo, por monstruosa o malformada que esté por culpa de los flagelos del sedentarismo y el hamburguesismo o incluso el mollejismo, hasta que éste queda en un estado más allá del reposo, muy cercano a una muerte dulce. Las imperceptibles bolitas sintéticas acarician y rodean nuestro cuerpo; éste se deja estar y abandona por completo el estado de alerta, perdiéndose las fútiles palabras del interlocutor en los vapores del ensueÑo y la comodidad. No es difícil predecir que el futuro encontrará a la humanidad, siempre tan propensa a entregarse a la inercia, embarcada en un viaje sin retorno hacia la atrofia; el Gobierno Mundial, velando por la felicidad de sus súbditos, arrojará a cada uno de sus miembros a su propio .puf., o construirá uno que abarque la superficie toda de la Tierra, cubriendo montaÑas, valles y ríos, donde permaneceremos en la perpetua embriaguez de la modorra.


Tras pocas generaciones, hombres y mujeres no serán más que criaturas gelatinosas y rosadas, sin músculos ni huesos dignos de llamarse tales, bolsas de fluidos no muy diferentes al útero de gamuza ecológica que los acoge y rodea. Desaparecida la voluntad, las pasiones malsanas, la agresividad y el siempre fatal deseo de trascendencia, también se borrarán del mapa las guerras y la opresión, y los seres humanos o su amorfa evolución, muy pronto desaparecida hasta la epidermis por la falta de uso, se unirán lentamente, amasándose unos contra otros como grandes trozos de plastilina autoconsciente, hasta formar una gran bola sonrosada, armónica, sabia y feliz.


LA CONTRACUMBRE: El imberbe vendedor de remera del Che Guevara y piercing en el tabique nasal que te encajó este artefacto no te advirtió que cuando tu perro o tu gato o los gatos callejeros que entran a tu casa para abusar de tus mascotas defequen sobre la suave superficie del .puf., habrá que lavarlo.


Tampoco te advirtió . en realidad llegaste a esta conclusión solito y sin ayuda de nadie; ¡bravo! – que para ello deberías vaciarlo de las infinitas bolitas de telgopor que contiene, extendiendo una especie de gigantesco pene de tela que se oculta, replegado, en su interior, y eyaculando estos corpúsculos sintéticos en diversas bolsas de consorcio. Para ello, de esto también se olvidó de avisarte el dependiente, debes contar, por lo menos, con tres manos: dos para mantener abierta la bolsa de consorcio y una para elevar el artefacto y que las bolitas – que se niegan a salir, por culpa de la electricidad estática o por el natural rechazo de todas las criaturas vivientes y/o inertes a salir del seno materno – caigan.


Como no cuentas, desde ya, con tres manos, la tarea se vuelve pesadillesca, titánica, comparable a envolver triciclos: El apéndice fálico del .puf. cierra voluntariamente su boca exterior y las bolitas no salen, el .puf. se resiste a ser vaciado, cayéndose, revolviéndose, intentando asfixiarte a traición y obligándote a tomarlo por las regiones sucias de excremento, hasta que en un momento la bolsa de consorcio se desploma y la mitad de las bolitas de telgopor caen al piso.


¿Has intentado barrer una montaÑa de bolitas de telgopor? Es aún más imposible que vaciar el .puf.. La gravedad no las afecta, ni tampoco el fuego ni la radiación o el magnetismo. Sólo las afecta el viento, que las desparrama por todos los rincones de tu casa y las hace saltar con una agilidad felina fuera de la pala de la basura o del hueco que queda en el nudo que le haces a la bolsa de consorcio. Es inútil que intentes exterminarlas: Como las cucarachas, cuando conseguiste eliminar a la última, dando vuelta muebles y cajones, vuelven a aparecer, en cada resquicio, en el guiso de lentejas, en el vino, en la cama, en el pelo de tus hijos, pegadas en el sudor de la espalda de tu amante. Tu casa ha quedado para el resto de la Eternidad invadida por copos de nieve de juguete, secos y burlones.


La epidermis muerta del .Puf., luego de su paso por el lavarropas, permanece en el fondo del placard y tal vez el próximo invierno lo uses como complemento de tus frazadas.


Publicado a las 10:12 a.m.


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