martes, 29 de noviembre de 2005

¡DR. TRANCA DETERMINA LOS BENEFICIOS DE COMER CARNE DE ANIMALES VIEJITOS!





Drtranca.gifEscribe el Dr. Tranca

Premio Nobel de Facto de la Medicina Ilegal

ayudemedrtranca@ubbi.com



No suelo opinar sobre la actualidad política, ocupación que le dejo a periodistas de muÑequita quebrada y mirada a cámara de .soy- una-pobre- víctima- de-la – sociedad -porque – tengo . que – pagar – impuestos – y – la inflación – ha . llegado . hasta – a . los . tutús . rosados – que . me . pongo . en – privado., pero esta vez tengo que pararme de pie, poner la bandera a media asta o a asta completa, no sé bien cómo es (los hombres de verdad no nos fijamos mucho en el protocolo oficial) y saludar con una salva de cinco tiros de mi Colt de colección al Dr. Lavagna, el hombre que le devolvió la hombría a muchos comensales de Palermo Trollywood.


No sé mucho de economía (actividad que le dejo a… bueno, ya se imaginan), pero no hace falta ser un genio para saber que la culpa sobre el alejamiento de este hombre cabal ha sido la INFLACIóN.


Acá paremos un poco la pelota. Yo sé que hay cosas con las que no se jode y el aumento del precio de la carne, como profesional de la medicina informal y hombre de verdad, no me causa ninguna gracia: La ausencia de .carnina. en la sangre, producto de la exclusión de este componente en cualquiera de las siete comidas diarias, puede ser fatal; un estudio de la universidad de Baltimore explica que incluso es recomendable hacer buches con el juguito antes de dormir. El estudio de este maravilloso aminoácido está en paÑales pero aún nos depara muchas sorpresas.


Pero, como contrapartida, las medidas económicas del hombre han impulsado la prohibición de sacrificar vaquitas de menos de veinte aÑos: Un hallazgo en el campo de la masculinización personal.


Ya escucho los chillidos histéricos de rata, las quejas afeminadas, los pucheritos de cantante pop adolescente y no me arrojo enfurecido sobre mi Luger porque estoy desayunando y no quiero derramar mi café negro y mis tostadas untadas en grasa de pella (sí, la Luger está del otro lado de la mesa, yo sé que esto no se hace, pero es que hoy las nenas se quedan conmigo y tuve que llegar a este acuerdo con la madre), decía, los grititos murmurando: .¡Aaay, pero la carne de novillo es duuuraaaa! ¡Se me clavan en las encías y me pongo a lloraaaar! ¡Se me rompen los implantes marmolados de cristal de Murano tallados en forma de Heidi y su ovejitaaaa! ¡Uy, uy, uyyyy!.


SeÑores, la carne tiene que ser dura. Es la mitad de la gracia de la carne. Si yo quisiera evitar la lucha de la dentadura contra la comida me alimentaría a base de sopa de pollo, o mendicrim, o pediría que me implanten una bolsa de suero permanente y así de paso no pierdo tiempo. .La carne de ternera se te deshace en la boca.. Sí, claro, pero eso indica que la ternera no es carne: es prácticamente pollo. Peor, es pescado. Hay un estudio muy reciente de la universidad en Connecticut que aporta pruebas a este respecto.


Y no está mal que la ternera, o el pollo, o el pescado, existan: no olvidemos que hay un gran porcentaje de la población formado por mujeres, maricastaÑuelas y analistas políticos que se alimentan a base de estas porquerías. Pero ellos comen poquito, porque el máximo de actividad que hacen es lavar los platos y ver la novela comiendo bombones, así que se pueden dar el lujo. Y cuando no comen eso comen, voluntariamente, ensalada con agua mineral. Así que está todo bien.


Pero nosotros, los hombres bien bien bien hombres, los que no podemos pasar un día sin ir a golpearnos con marginales, los que sabemos que una corbata debe cortar la circulación o no se llama .corbata. sino .paÑuelito de seda para diseÑador de modas., los que nos cortaríamos una mano antes que usar espuma de afeitar, queremos masticar. Queremos morder. Queremos desgarrar. Queremos que un bife nos lleve dos horitas y media por lo bajo. Queremos que el bocado que nos llevamos a la boca presente batalla; que si puede, nos agarre a trompadas, porque si no, le perdemos el respeto y lo escupimos y ahí empieza el flagelo de la desnutrición.


Sin hablar de los útiles .hilitos. de carne que permanecen entre nuestreos dientes en forma posterior a cada comida. Además de ser una fuente portátil de alimentación de emergencia (quién no ha sobrevivido hasta el carrito de choripán más cercano mordiendo estos hilitos para extraerle el juguito salvador!), forman una capa protectora de los dientes, aislándolos del frío, tapando agujeros y rellenando cachos de encía faltanes, si hace falta. Coman novillo de treinta aÑos cada seis horas y ríanse de la piorrea, por no decir de la factura del dentista.


Por eso, por relanzar gastronómicamente al hombre adulto, masticador, desgarrador, comedos de trozos de animales resecos por fuera y rojo sangre por dentro, al hombre bien formado, con un par de cicatrices de guerra y sin dientes de leche, ¡yo te saludo, oh, Lavagna!


Pero ya está bien de muestras de afecto.


Publicado a las 11:21 a.m.


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