Llegamos a la calle Desembargador Barroso al 700, un elegante pasaje de Monserrat, donde esperamos una vez más encontrarnos con el Maestro. Su reciente mudanza a este viejo palacete de estilo francés, reconstruido especialmente por los herederos de P. en el interior del Asilo Arkham para Dementes no Criminales de Buenos Aires (para que no extraÑe su viejo estilo de vida) le ha sentado bien: Según nos cuenta la Dra. Moreno, .ya reconoce a algunas personas y empieza a recordar cómo se usaba el cuchillo y el tenedor..
Porque cuando ya no parecía que el viejo Maestro podría volver a ser noticia, su repentino acto de nudismo en el coqueto café La Biela de Recoleta (en plena hora pico) lo devolvió al protagonismo de los suplementos culturales; hoy, en una charla sobre su vida, sus libros y su lucha contra la demencia senil (que Editorial Galaxia promete editar en cuanto al Maestro le vuelva a funcionar el centro de la escritura). P. demuestra que sigue siendo el mismo de siempre y diciendo las mismas cosas que a los cuarenta aÑos, lo que a algunos críticos de su obra le hacen cuestionar un poco su pasado.
Se lo ve bien, a pesar de todo, Maestro.
P: Gracias. Los llamé porque quería darles una noticia bomba: voy a dejar la literatura. Estoy harto de la literatura, sus mezquindades, su hipocresía. ¡Hoy soy más feliz cuidando mis geranios que cuando escribía!
Maestro, ya anunció su retiro hace unos siete aÑos.
P: Tenés razón. Entonces, quiero anunciar mi regreso. El cultivo de mis geranios me inspira; cuidar un jardín es como escribir una novela. Cada plantita es un personaje, con sus dramas, sus conflictos. Su evolución. Entre el nacimiento y la muerte de un geranio, a escala, se puede ver el mismo .arco. que se lee en una novela.
Maestro, acá no hay geranios. No hay ningún jardín. Es una Clínica.
P: Tenés razón. Sí, sí. No hay geranios. Clínica, pastillitas. Sí. Es cierto.
Maestro, sin entrar en detalles dolorosos: ¿En qué momento se dio cuenta de sus primeros síntomas de demencia?
P: Creo que por algunos detalles de mis novelas. Por ejemplo, haber dejado inconclusa Escape en Oslo. Simplemente olvidé que le faltaba el final, y la mandé a imprenta. Después, cuando la releí, me dije .aaahhh, noooo, faltaba el final.. Igual zafé diciendo que no quería darle todo masticado al lector. ¡PequeÑos .yeites. de escritor veterano! (Se ríe)
Maestro, esa novela es de Armando VillafaÑe, no suya. Y la dejó inconclusa porque se murió.
P: Tenés razón (se pone serio).
Algunos estudiosos de su obra creen haber encontrado algunas claves en su penúltima novela, El Equilibrista. Por ejemplo, en los capítulos 7, 8 y 10, que se repiten íntegramente palabra por palabra.
P: Sí, tenés razón. Lo más loco es que el 8 fue un error de .copy/paste., mientras que el 10 directamente lo escribí de nuevo. Iba por el nueve y me dije .no, pero acá falta algo, faltan datos, te estás haciendo viejo, P.. Recién me avivé cuando salió publicada. Claro, imaginate, un escritor con mi trayectoria, con cuatro premios Cervantes encima.
Dos.
P: Tenés razón, dos. Dos Cervantes, un .Nobel Mondongo. (N. de la R: el Maestro P. jamás recibió ese premio), en fin, con el respeto universal del público y la crítica, y con un hermano dueÑo de la editorial, nadie se anima a corregirme. Imaginate que me llama el corrector una tarde y me plantea esto de los capítulos, ¿y yo qué le voy a decir? .¡Poné lo que está escrito, ignorante, mediocre, soy P., no un escritorcito de cuarta de .blogs., ¿cuántos aÑos tenés, querido?, seguro que vos lo único que leés son .blogs., por favor, no me cambiés una puta coma o te hago echar, ¿sabés con quién estás hablando?!. Eso le dije. Pobre pibe. Al día de hoy me acuerdo y me río (se ríe).
Sin embargo, gran parte de la crítica aplaudió ese recurso, llamándolo .repetición expresiva.. Después salió toda una camada de escritores jóvenes utilizándolo.
P: Sí, es verdad. Yo inventé el término en un reportaje. Picardias de escritor (Se ríe. Se le pianta una funda, que recojo con una carilina y se la alcanzo a la acompaÑante terapéutica)
También fue muy aplaudido el hecho de que no hay un equilibrista en toda la novela, que trata sobre un trapecista.
P: También, se me pasó. Lo que pasa es que primero yo pienso el título y desúés la novela me fue llevando por otros carriles (en lugar de la cuerda floja, el trapecio) y me olvidé de cambiar el título. Por suerte después se me ocurrió lo de la .Titulación Expresiva. en un reportaje.
Hasta la página 32, el protagonista se llama Román; a partir de allí se llama Rubén durante diecisiete páginas, hasta que vuelve a llamarse Román. Luego, durante veintiún páginas, se llama Román y Rubén alternativamente, hasta la página 102, donde empieza a llamarse Ramón.
P: ¡Buéh! Y, sí, ¿Nada más?
Sí, falta. Después, el personaje desaparece sin explicación alguna y la novela empieza a transcurrir en una estancia, en la época del rosismo.
P: Ah, sí. Ahí zafé con lo de la metáfora del Proceso. Sí, todo esto, ahora puedo reconocerlo, forma parte de mi.
Espere, hay más. En esa parte, a Rosas lo llama varias veces .El Restaurante. en lugar de .El Restaurador.; a Manuelita le dice María Elena (suponemos que por la Walsh) y un par de veces a Mitre le dice .Mirtha.. Después viene una serie de páginas donde habla de temas diversos, que no tienen nada que ver con la novela y, por lo que se puede leer, con cosa alguna, y otros con palabras inventadas. Luego, el libro empieza nuevamente, desde el principio.
P: Sí, entiendo, entiendo. Algunas jugarretas pueden deberse al corrector de Word,y al hecho de que le pedí a mi hermano que cierre definitivamente el departamento de corrección de la editorial, pero muchas se deben a la demencia. Yo estaba sufriendo, decía, de mis primeros síntomas. Además estaba preocupado porque no le encontraba la vuelta a mi otra novela, Escape en Oslo, que.
¡Esa es de VillafaÑe, Maestro!
P: ¿De VillafaÑe? No puede ser. No, no. Imposible. Es mía, me acuerdo perfectamente.
¡Se lo dije hace un rato! Que no la terminó, debido a su fallecimiento.
P: ¿Armandito se murió? ¿Cuándo? ¿Por qué nadie me dice nada? ¡Me tienen aislado! ¡No soy un paciente! ¡Soy un prisionero! ¡Un prisionero! (Solloza)
Bueno, Maestro.
P: ¡Me siento como uno de mis personajes de Escape en Oslo! (Sigue sollozando)
Tranquilo, Maestro. Está todo bien. Piense en el futuro, en su proximo libro, donde relata su lucha contra la demencia senil.
P: (Suspira) Imposible. Justamente, si convoqué a esta conferencia de prensa (La única periodista presente era nuestra enviada. N. de la R.) fue para anunciar mi retiro del mundo de las letras.
.
P: Es definitivo. Estoy harto de la hipocresía, la falsedad. En fin, ya hablé de esto en El Trapecista.
El Equilibrista.
P:¡Sí, ese ! Y ahora, Alberto (Nuestra cronista se llama Silvia y es mujer. N. de la R.), un placer verte pero me tengo que concentrar para empezar mi nueva novela, sobre mi lucha contra la demencia senil, pero te puedo ir adelantando el título: El Equilibrista.
Me despido de P., con esperanzas de que aún nos deje una nueva obra maestra, aunque está tecleando sobre una .computadora. hecha con unas cajas de cartón, mientras oigo su cálida despedida: .Y mandale un saludo a tu viejo Armandito, lo vi hace un par de días y se lo ve bárbaro..
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