Aquellos lavaderos de autos que eligen no apestar el interior de nuestro vehículo con esa especie de pastillita aromatizante colgada en el espejo retrovisor, optan por colgar una especie de bolsita .donde consta el nombre y los datos del negocio- de la palanca de cambio.
Maldita si necesitamos una bolsita en la palanca de cambio; para tirarle porquerías, ya tenemos el cenicero (o la ventana), y además le quitaría categoría al .coso.. La bolsita no es lo bastante grande para guardar objetos de utilidad (una agenda, una guia Lumi, o la barra traba-volante), y además, el lugar donde está colocada parece haber sido pensado para provocar un accidente de tránsito. Tampoco es apta para servir de reservorio de maníes y papas fritas para amenizar el viaje, ya que la .boca. de la bolsa se pliega sobre sí misma con demasiada facilidad.
Por lo tanto, la bolsita no se utiliza, pero tampoco se remueve ni se tira a la basura, debido a ese contraimpulso atávico que también nos impide deshacernos de los .souvenirs. que regalan en los bautismos. Sólo es reemplazada por una nueva, luego de retirar el auto del lavadero en su siguiente turno de limpieza.
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