Cuando mi identidad empezaba a desvanecerse entre el lodo y las escamas sudorosas de las criaturas del Submundo, escuché una voz; era Castrelli que, luego de hacer un triple re-chequeo de mi IP concluyó que no estaba mintiendo. Que yo era yo. Podeti. Bah, se retrasó un poquito la cosa porque cuando leyó .Podety. fue a recontra-re-chequear. Por las dudas. Ella es medio fanática del manual de prodecimientos. En fin. Entonces, en un esfuerzo conjunto con el personal de IT de Clarín y la fuerza hercúlea de Kiriatos, lograron subirme hasta aquí. Gracias a todos por salvar a este viejo webloguero que estuvo ahí de no contar el cuento.
Estuvo cerca y por poco se quedan sin webloguero. Imaginen qué catástrofe: Un weblog sin notas, sólo con comentaristas. CO-MEN-TA-RIS-TAS. Gracias a Dios la cosa no ha pasado a mayores.
Pero la experiencia me ha hecho crecer; no soy el mismo nombre. Es un Podeti más viejo y más sabio y más comprensivo el que vuelve acá la parte de arriba, que es más linda y más limpia. He aprendido la lección: tengo que tener más cuidado con los botoncitos que toco. Porque francamente, de corazón se los digo, lo de ahí abajo es un asco, ¿cómo no limpian de vez en cuando? Y, ¡buéh! Se ve que un poco les gusta, ¿no? Y, no hay caso, son así, nacieron comentaristas y morirán comentaristas, les das el chori y la coca y ellos tan contentos, no tienen para comer pero sí tienen plantilla de comentarios pendiente. En fin, así andamos.
Y bueno, la próxima mejor no me bajo de la autopista que por poco estos me comen crudo, viste cómo son. Maaamita, las caruchas que se veían.
Miren, dibujitos con luz.
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