Al bajar del avión, lo primero que se siente, además del aire puro, el cielo límpido y la permanente temperatura de 43°, es la caricia aromática del chikacheiro, la exquisita especia que los naturales del país utilizan en la mayoría de sus especialidades; un aroma excitante y distinto, como lo es todo en la República Imperial de Eslonesia, el destino que hemos elegido en esta ocasión: una paradisíaca isla enclavada en mitad del intermedio entre el Pacífico Sur y el Atlántico Norte, pero un poco más al costado, o sea lejísimo.
Destino de surfers, jóvenes trotamundos, parejas en busca de un destino romántico y exótico, antropólogos, militantes del nudismo, swingers, miembros de la mafia, criminales de guerra nazis y visitadores médicos (el Centro de Baphuto, capital de Eslonesia, cuenta con el Hotel del Sindicato de Visitadores Médicos más grande del mundo), Eslonesia nos sorprende a cada paso con su clima intenso, su vegetación exhuberante y el exotismo de su cultura; Apenas salimos del aeopuerto, un pequeÑo Juhfti (.pibe., en el argot Eslonesio) nos ofrece un manjar, algo chocante para el viajero rutinario, pero que vale la pena probar: .Ghotu Lumambas.; es decir, escarabajos fritos en salsa de chickacheiro. Impresionan en el paladar su textura y sus patitas peludas .que aún se mueven debido a un reflejo nervioso-, pero la salsa de chikacheiro disimula ligeramente el amargor de las entraÑas del insecto. Siguiendo el viejo adagio .a donde fueres, haz lo que vieres., compramos una bolsa llena de Ghotus, que pagamos con un billete de 43 Bhilus (luego, descubrimos que se trata del equivalente de 300 dólares; los pequeÑos percances de no estar aún cancheros con el cambio).
.Esto es un paraíso, un paraíso en la Tierra., dice Jean-Luc, un canadiense amante del windsurf que viene a Eslonesia desde hace siete aÑos, para disfrutar de las playas de arenas blancas, el mar turquesa y la simpatía de las eslonesias de tez color salmón (una consecuencia secundaria de la dieta a base de chikacheiro). .El sol, la playa, la arena, el mar, el sol, las mujeres, todo es maravilloso. ¡Y no olvidemos los exquisitos Bohmburu!., exclama Jean-Luc, extrayendo un puÑado de vaquitas de San Antonio fritas en Chikacheiro, compradas a un vendedor que recorre la playa al grito de .Bö Bohmburu, Bohmburuuuu!. (.Hay Bohmburu, Bomhmburuuuu!.), para luego partirse en dos debido a las arcadas. .Después se te pasa., dice Jean-Luc entre lágrimas.
Pero no hemos venido hasta Eslonesia sólo por sus bellísimas playas (para eso me iba a San Clemente), sino a tomar contacto con una cultura diferente; así que, por la tarde, nos mezclamos, como un par de eslonesios más, en el mercado callejero de Baphutto. El fuerte olor a chikacheiro es en este pintoresco zoco tan intenso que nos vemos obligados a taparnos la boca con la parte inferior de nuestras remeras. .Esto es normal, al principio choca un poco pero al tiempo uno se acostumbra., dice Jahri, nuestro guía turístico, que curiosamente también se tapa la nariz con su propia camiseta, a pesar de llevar en Baphutto 43 aÑos.
Además de los tejidos de la zona, el mercado vibra con los puestitos callejeros de comestibles: desde hormigas salteadas en chikacheiro a gusanos en chikacheiro, pasando por cucarachas salpimentadas y rehogadas (en chikacheiro). A pesar de nuestro amor por el exotismo, le preguntamos a Jahri si conoce algún lugar donde se pueda comer otra cosa que no sean alimaÑas, tipo pollo. .No, t.ekeli (Nota: Así se llama en Eslonesia a los extranjeros). La Secretaría de Turismo del país hizo prohibir las carnes animales en el 96, ya que nuestra mayor fuente de ingresos proviene de los t.ekelis como ustedes, que quieren volver a su país para decir .Uuuh, no sabés qué loco, me comí una cucaracha. Allá las comen en la calle.. Hasta ese momento, la comida más popular en nuestro país era el churrasco de ternera.. Debió advertir algo de contrariedad en mis ojos, porque agregó: .Y mejor no pregunte de qué está hecho el chikacheiro..
Pero no sólo comida y alimaÑas se pueden encontrar en el Mercado; el viajero puede también disfrutar del espectáculo de los Bakhots, sacerdotes medicantes del K.uhkulismo, que viven en completa pobreza y pasan la vida desplomados en el suelo y alimentándose de los insectos que pasan frente a ellos (condimentados con el chikacheiro en polvo que los Bakhots llevan en el interior de su gorro en forma de cono truncado). .Esta religión nació debido a una iniciativa del Estado., nos explica Jahri. .En realidad, los Bakhots son lo que antes se conocía como .Dohluts. (gente pobre tirada en la calle), que se multiplicaron luego de la prohibición de carne y pollo en todo el país, pero el Gobierno del Dr. Mariscal Mohnesso decidió ayudarlos convirtiéndolos en sacerdotes de esta nueva religión (creada por el Mariscal), para que no se sientan tan mal. Los Thothuros (la Guardia Pretoriana del Gobierno) recorren las calles poniéndoles el sombrerito ese en la cabeza, y regalándoles chikacheiro en polvo..
Volvemos al hotel para asearnos (el olor a chikacheiro impregna nuestra ropa), y para sacarnos un poco la impresión; Luego de cenar (moscas gigantes rellenas al chikacheiro), Jahri nos pasa a buscar para visitar lo que promete ser una excursión inolvidable: la visita al milenario Templo K.uhkul, situado en el corazón de la selva. Se nos hace un poco tarde la salida, ya que me veo obligado a baÑarme cuatro veces: siento olor a chikacheiro en cada poro de mi cuerpo, todo huele a chikacheiro, la ropa huele a chikacheiro, mi mochila huele a chikacheiro, mis zapatos huelen a chikacheiro, las cervezas del frigobar, incluso mi fotógrafo y también el shampú y por momentos siento que mi sistema olfativo está destrozado y me voy a volver loco. Por fin, me tomo un tranquilizante (que para mi desgracia sabe a chikacheiro) y salimos.
El viaje se desarrolla sobre tigres de Bengala endrogados, que se mueven entre la maleza con facilidad; Jahri intenta amenizarlo convidándome un bocadillo de orugas fritas en consomé de chikacheiro, pero .aún no me hace efecto el tranquilizante- le arranco la bolsa furioso y se la tiro por la cabeza. Murmura algo en su Eslonesio natal, pero no me importa.
Al fin llegamos: se trata de un sobrecogedor templo, invadido por la jungla desde su construcción hace unos siete meses .la construcción del Templo fue una iniciativa de la Secretaría de Turismo, y fue decretado .milenario. mediante una Ley Especial por el Mariscal Mohnasso-, decorado con impresionantes bajorrelieves que representan dioses-insecto baÑándose en un líquido aromatizado con especias de la región. En su interior, baÑado por la luz de la Luna, se encuentran decenas de Bakhots, que a cambio de alguna ofrenda en metálico, ofrecen a los visitantes sus unciones especiales: bichos bolita y cucarachones cocinados en chikacheiro (previamente, preguntan, ofrendando 0,23 Bhilis, deseamos .ampliar. la cantidad de tubérculos cortados en forma de bastón cocinados en aceite caliente .y chikacheiro- , lo mismo que el brebaje sagrado efervescente de color ámbar); me decido por la Unción de la Felicidad, con la que además, me entregan un pequeÑo fetiche articulado que representa a Snoopy.
Así termina nuestra excursión. La noche de Eslonesia, en cambio, no termina nunca; se puede visitar algunos de los clubs bailables de la Capital, o permanecer en el confortable hotel, abrazado al inodoro como mi compaÑero, o revisando la habitación, haciendo y deshaciendo varias veces las valijas, moviendo los muebles, levantando incluso parte de la moquette, tratando de encontrar de dónde sale ese penetrante olor a chikacheiro que no parece desaparecer, ni siquiera aunque limpié el cuarto con olavandina y vinage por cuarta vez, que parece emanar de mí mismo (aunque también me lavandinée varias veces, a pesar del ardor), que parece venir desde el interior de mi estómago y gritarme .te acompaÑaré hasta tu tumba y borraré de tu alma cada aroma que pretendas conservar, las glicinas de la casa de tu infancia, el perfume de tu amada, el olor inocente de tus hijos., por lo que la única eséranza parece ser una endoscopía casera con un cable y un trapo con Procenex lavanda.
Eslonesia, un rincón único en el mundo, para relajarse, sorprenderse, y tener a manos el teléfono de emergencias médicas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario