No será la primera vez, ni la última, y creo que ni siquiera será la del medio, que alguno de mis suplentes intenta apuÑalarme la espalda para quedarse con mi codiciado puesto; lo hizo Kiriatos, cuyo segundo nombre es “Lealtad”, y ahora lo ha intentado mi ¿amigo?, el Sr. ¿Zurita?
Yo los entiendo. Los seduce el glamour, el oropel, los brillos seductores de la fama, el éxito y los cantos de sirena de la admiración universal, el apasionante ida y vuelta con el lector -bah, el apasionante ida-, el trepidante mundo de los medios de comunicación, con su adrenalina, su “stress” al borde del infarto en las horas de cierre, el contacto con las últimas tecnologías y maquinolas de punta (tener un blog). Tal vez, si no fuera por mis férreos principios morales que me impiden tornar en Judas de un camarada con quien he compartido los aÑos más jóvenes y nobles de mi vida, yo haría lo mismo.
Pero confieso que la vergonzosa actitud del Sr. ¿Zurita? me hizo abrir los ojos de sorpresa a un punto en que se me contracturaron los músculos de los párpados. Me dolió su presentación y el concepto que parece tener de mi oficio -dice que “me hago el tonto”; supongo que en el ambiente de los weblogueros suplentes, es una forma de decirme que “soy tonto”. Me molestó que no se mantuviera en un 65 % como prometió sino que, intentando ganarse el aplauso fácil, haya dado un 75 % o un 90 %, según la cifra que me aparece en el aparatito. Y me resultó muy decepcionante su encadenamiento al escritorio, que no tuvo el final autocompasivo que el ¿Sr? Zurita apocrifó en su escrito intentando ganarse las simpatías del público (en realidad, luego de horas de negaciaciones -en las que incluso el Tío no estuvo a la altura, manifestando sus dudas acerca de la conveniencia de mi regreso- hice lo que debí desde un principio y le conté cuánto había por mi “laburito”, como lo llama él. Luego de una serie de metamorfosis de rostro que incluyeron una risilla, incredulidad luego, sorpresa más tarde, posterior indignación, cierta compasión hacia mí y por fin resignación, él mismo y voluntariamente -previa intervención de un cerrajero matriculado- se “desencadenó”, por así decirlo, para volver a sus lucrativas actividades ene l mundod e la cultura).
Párrafo aparte merece su demagógica moderación de comentarios, malas palabras como “culo”, “boludeces”, “mierda”, etc. incluidas, algunas varias veces. Tuve que tener una charla bastante larga con la Srta. Castrelli para convencerla de volver a su labor, que ella considera “mancillada”. Agrega que la palabra que mejor describe la situación de la semana pasada es “completa anarquía (sic)”, pero no una “anarquía en el sentido político como el que predicaban Proudhon y Kropotkin, sino en el sentido de que fue todo un lío (sic)”. Por fin, luego de que un par de lágrimas incipientes amenazaron con correrle el rimmel, concedió en retornar e incluso en dejar “los comentarios sucios ya publicados, como testimonio de lo catastrófico y asqueroso que es esto cuando yo no estoy (sic)”, aunque prometió “ser un poco más severa que de costumbre, para equilibrar la cosa (sic)” y por fin, con cierto brillo maternal en los ojos, musitó algo así como “sí, eso les va a hacer bien (sic)”.
No digo que me decepciona la actitud de parte del comentariazgo, acribillando a palazos al ¿bueno? del Sr. Zurita al principio, sin tener herramientas para juzgarlo (no importa que hayan acertado en su apreciación moral del sujeto; lo hicieron de mala onda, nomás), y luego entregándose a su férula sin ningún tipo de dignidad, diciendo cosas como “no sé si quiero que vuelva Podeti”, “a Podeti le falta frescura”, “Podeti es nazi”, etc., y digo que no me decepciona porque esperaba cualquier cosa o peor.
La cosa es que muy lindo todo, muy divertido, jajaja, jejeje, jojojo, pero ya está, ya volví, el viaje muy lindo, bah, me podría haber muerto y ustedes ni mú, pero gracias, gracias, a vos también, Z., de corazón te lo digo, sí, sí, ahora van a ver.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario