A las 14:21, María Agustina, correveidile, entró en el confesionario:
“Estoy re angustiada con esto de las nominaciones. Siento que el grupo se está re desintegrando y para mí a esta altura (a menos de 48 horas de conocerlos) ya son casi como mi familia, carne de mi carne, ¿mentendés? Por suerte está Isabel que siempre fue mi alma gemela, aunque la noto medio distante, pero yo calculo que debe estar tan angustiada como yo (no sé si te conté que es como mi alma gemela).
“Bueno, gracias por la buena onda, me hizo re bien que me escuchen y los consejos que me dieron, aunque en realidad no dijeron nada, pero con ese silencio comprensivo me dijeron más que mucha gente que habla y habla y dale que dale y que patatín y que patatán y a la final no tiene sentido lo que dice, ¿mentendés?. ¡Gracias!”
Es una pena que realmente no hubiera NADIE cuando María Agustina entró al confesionario y quedó hablando sola como una loca… En realidad ni siquiera entró al confesionario sino al cuartito donde están las garrafas de gas (no se termina de entender cómo no se dio cuenta, sentada enfrente de dos enormes garrafas de gas y todo); Pero parece que le hizo bien igual.
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