lunes, 11 de abril de 2005

¿SOMOS LOS PORTEÑOS LA LACRA DEL UNIVERSO O ES TODO CULPA DE LA GENTE DEL INTERIOR?





He vuelto (yo, Podeti), y aparentemente justo a tiempo, porque el Generador Automático de Yo Contra el Mundo (programado por el Sr. Fabio Zurita) estaba haciendo un trabajo DEMASIADO BUENO – a pesar de que dejé precisas instrucciones de que fuera seteado en el nivel medio. El Sr. Zurita insiste en que se trata de un problema con un microchip.


Mi gira por las provincias (anduvo todo bien, gracias por preguntar) me ha permitido desbaratar uno de los grandes mitos argentinos: que los porteÑos somos la LACRA DEL UNIVERSO. Se nos acusa de soberbios, intolerantes, tensos, inescrupulosos y hasta de tener MAL ALIENTO. Pero, ¿no será que debido a la organización centralista de nuestro país recibimos todos los defectos de quienes emigran desde el interior?


Veamos caso por caso, experimentado por mí personalmente (aunque cuidando de no generalizar):


EL SOBERBIO ROSARINO: El rosarino cree que su ciudad es una combinación de Londres, New York, París y Bangladesh, y que medio planeta está DESESPERADO por visitar su higiénica metrópoli. Así, cuando le preguntás a encargado de la oficina de Turismo por un hotel, te dice que “No Hay”; Lo mismo te dice la que atiende un locutorio, y cuando estás esperando que tu mujer vuelva de un local de videojuegos al que ha llevado al nene, pasa un viejo comentándole entusiasmadísimo a su mujer que la “la capacidad hotelera está sobrepasada”; podemos decir que están obsesionados. Luego todo esto resulta ser mentira, desbaratada cuando reservás en cinco o seis hoteles al mismo tiempo (por las dudas) y hay cuartos para tirar al techo.


EL INTOLERANTE CORDOBéS: A pesar de la campechana imagen que ofrecen personajes como Cacho Buenaventura, el cordobés te insulta a la primera oportunidad que tiene. Cuando salís marcha atrás del garage del hospedaje y te detenés más de cinco segundos (o sesenta o ciento veinte, lo mismo da), te toca la bocina. Cuando te parás en la ruta a ver un cartel, pasa encarnado en un viejo en moto (esto es generalizar un poco pero el cordobés suele ser un viejo en moto) y te grita “pelotudo”. Y cuando manejás despacito a la entrada de Capilla del Monte porque te llama la atención unos muÑequitos de carteles, pasa y te hace el muy poco folklórico signo de “Fuck You”.


EL TENSO SANTIAGUEÑO: Otro mito desbaratado; el santiagueÑo de carne y hueso, a diferencia de su congénere protagonista de los chistes, no se detiene un segundo cuando le preguntás cómo volver a la Ruta 9; mientras se aleja varios metros, obligándote a repetir la pregunta a los gritos, te echa una mirada de “disculpen que no detenga mi trayectoria, pero el hombre del siglo veintiuno no tiene un minuto que perder” y te contesta cuando la inercia ya lo ha ubicado a varias cuadras de distancia.


EL TAIMADO CATAMARQUEÑO: La maldad del catamarqueÑo llega al punto de poner en el mapa un camino donde no lo hay (el maligno poder de los Saadi ha llegado incluso a la cartografía); así, cuando querés cruzar un río seco y caés de un precipicio de medio metro, enterrando el auto en la arena (no es por generalizar, pero el porteÑo se cae habitualmente en ríos secos y se entierra en la arena), aprovecha para venir y ofrecerte a sacarlo con un tractor (tal vez generalizo un poco, pero el catamarqueÑo tiene un tractor) a cambio de una suma de dinero. Después te deja ahí cocinándote bajo el sol rajante y aparece – otro catamarqueÑo – con un camión; y cuando le decís que ya le encargaste un tractor a otro, te ayuda a sacar el auto utilizando la fuerza bruta. Nada más que para arruinarle el negocio al otro catamarqueÑo.


Es obvio para mí que el porteÑo ha recibido a lo largo de los aÑos la sumatoria de estos horribles defectos y lo han convertido en lo que es; pero ya sabemos quiénes son los culpables.


P.D: A propósito, pasé por Rosario y fui a ver si está el Túnel Subfluvial. Sí que está; Yo lo vi. Así que espero que con esto se cierre la polémica.


Publicado a las 10:02 a.m.


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