La respuesta correcta al juego de lotro día era, claro, que la anécdota falsa era la segunda. Pero me pareció lamentable la acusación generalizada de que no compré queso gruyere porque “está muy caro” o “porque con mi suelducho de pobre webloguerucho no voy a andar comprando queso gruyere” o “porque sos una rata miserable”. Nada que ver; puedo comprar queso gruyere. Todo el que quiera. Y te puedo comprar a vos, a vos y a vos, y a tus amigos, a toda tu familia, al vecino y a ese que está ahí parado mirando, y después dejármelos olvidados en el asiento del colectivo, total para mí es papel picado. Pero no lo hago porque no se me da la gana.
Miren, una colección de videojuegos soviéticos, y DJ P., embadurnado en mayonesa, cargando un balde y un secador de pelo, realizando una “performance” pre-posmoderna entre los escombros del Centro Parakultural con la ayuda de tres Winco rotos y un equipo de sonido marca “Robertone”, presenta una reunión cumbre: nada menos que al Sr. Stevie Wonder junto al Sr. Dick Dale y sus Del-Tones (los intérpretes de “Misirlou”, conocida también como “la del Pulp Fiction”) y un montón de extras bailando el twist. Nooooo, DJ P., yo me lavo las manos, esta vez cruzaste la frágil línea que separa la genialidad de la ultra-genialidad, no abuses de la convencionalidad burguesa de tus oyentes, eres demasiado, eres gigantesco, mis ojos no alcanzan a abarcarte, eres kafkiano, dantesco, borgeano y bucayco. En fin, eres re groso.
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