martes, 12 de abril de 2011

”SUBE”: ¿Bendición o Apocalipsis encubierto?


Escribe el Ing. Jorge Cubero Sosa

Experto en Catastrofismo Municipal

todosvamosamorir@gmail.com



Muerte. Muerte. Muerte. Agonía. Tibia esperanza por unas horas. Y después no, no, me pareció, nada que ver, fue una ilusión óptica, Muerte de nuevo. Muerte, Muerte. Y todo así.



Este es el destino que nos espera A TODOS inevitablemente y no me refiero a una muerte natural, en el lecho de nuestra casa, rodeados de amigos y familiares a quienes despediremos con unas dulces y sabias palabras antes de emprender el Gran Viaje, sino una kuerte prematura y salpimentada de horribles dolores físicos y mutantes, si las Autoridades no toman cartas en el asunto de la “Tarjeta SUBE”.



Cuando parecía que el auténtico Apocalipsis iba a venir por el lado de las Rhodesias compradas para obtener monedas para el colectivo, cosa que por lo menos nos permitía prepararnos para una Muerte Horrible e Inevitable (y además con el consuelo de que yo tenía razón), no va el Gobierno y pone las tarjetas estas, también causantes del Apocalipisis, pero otro. Y es como que entonces es poco serio, medio informal. Es como una puñalada por la espalda, un poco metafórica y otro poco real (porque aparte de langostas, explosiones nucleares y tsunami, está calculado que esto va a producir una epidemia de locos con puñales que te agarran por la espalda).



Luego de estudiar el asunto toda la noche, entre acopio de latas de arvejas y mantenimiento de trajes aislantes anti-nevada mortal, he logrado discernir aproximadamente unas 46 “burbujas” a punto de estallar, de las cuales me limitaré a describir tres de los escenarios más benévolos (porque no quiero sembrar el pánico, a pesar de que es la única alternativa razonable), producto de estas aparentemente inofensivas tarjetas (o “Pequeños Rectángulos de la Destrucción Total”, como me gusta llamarles en la intimidad):



La “Burbuja” de la Esterilidad Retroactiva: El telefonito celular, la tarjeta de crédito y débito, el aparatito para escuchar música, la llave del café de la oficina y demás ingenios que solemos cargar en el bolsillo del pantalón, a una distancia totalmente irrazonable de nuestros aparatos reproductivos, ya sumaban cierta cantidad de radiación y electromagnetismo (¡La fuerza más destructiva de la Naturaleza!) que ponía en peligro nuestra fertilidad y el futuro de nuestra especie. Al igual que la célebre gota que rebasó el vaso (o la “última paja” del idioma inglés, lo que sugiere que eso también te “gasta” el aparato), la tarjeta SUBE sería la última “gota magnética” que necesitaban nuestras factorías hormonales para ser achicharradas como uvas bajo el sol de Somalía.



Sin embargo, no sería la infertilidad, impotencia, gonorrea y castración química abrupta e irreversible la peor de las amenazas para nuestro futuro, sino las sucesivas “cargas” de efectivo en la misma, que por acumulación terminarían por dotar a nuestras gónadas de un “exceso de infertilidad”; Así, no sólo tornaríanse en herramientas inútiles para la creación de gente, sino que provocarían la desaparición de gente ya nacida, mediante emisiones de Antimateria sin control contra quienes pusiéranse en su camino. Pronto, en un mundo estéril y despoblado, los pocos sobrevivientes deberíamos andar encorvados, como con los güevitos para adentro y mirando el piso, con lo cual pronto nos extinguiríamos de golpes contra los postes de luz. ¡Retorciéndonos de dolor y agonía y tortura y sufrimiento (y, sí no sabés lo que duele un cocazo contra un golpe de luz, bueno, bueno, no es como morirse devorado vivo por un mutante pero está ahí, ahí)!



En países más serios, más civilizados, con cada tarjeta SUBE se le regala a los usuarios un calzón de lata embebido en agua pesada y yodo, para proteger nuestros genitales de los tóxicos efluvios magnéticos, el cual también hace las veces de cinbturón de castidad para protegernos de las ETS (y prevenir nacimientos humanos, ya que el Hombre es el mayor responsable de la Destrucción Inevitable del Planeta). Pero estamos en Argentina, donde se deja a los ciudadanos a la buena de Dios con los bolsillos cargados de incontrolables fuerzas subatómicas.



La “Burbuja” de las Patotas con Monedas: La ciudad de Buenos Aires definitivamente NO-ESTÁ-PREPARADA para la reacción violenta y fulminante de los miembros desocupados de las Mafias de las Monedas, que surgió hace unos años como sana respuesta comercial a la escasez de las mismas. Estos útiles marginales vendían en diferentes paradores de transporte colectivo paquetitos de monedas por un precio levemente superior al valor intrínseco del mismo con el objeto de proveer a los ciudadanos que necesitaban centavos para la Máquina. Difundida la mencionada tarjeta, estas bandas de criminales se ven privadas de su sustento básico, atiborradas de “stocks” de monedas ahora inútiles y presas de una furia ciega e incontrolable en la convicción de que han sido traicionados y conducidos a una trampa; pero tienen al alcance de la mano un arsenal punitivo, consistente en medias rellenas con monedas, con las que se lanzarán a las calles intoxicados de vendetta y furia, a destruir cráneos y columnas vertebrales. Pronto la Ciudad quedará poblada por dos razas claramente diferenciadas, los “Monedos” y el resto, seres ciegos e idiotas arrasatrádose con las espinas rotas, que serviránd e ganado a los primeros (tal como la dinámica “Morlock-Eloi”), hasta que se les acaben. Entonces los Monedos se devorarán entre ellos y con la muerte del último (que se suicidará de un monedazo autopropinado) todo habrá acabado, toda cultura, toda historia, todo recuerdo de nuestra Civilización habrá quedado enterrado en esta gran Fosa Cósmica que llamamos “Tierra”.



Claro, en otras ciudades más serias, más avanzadas y rigurosas, junto con el calzón de lata también se reparten cascos de adamantium para protegerse de los irremontables ataques de locos con monedas; pero eso es mucho pedirle a los funcionarios porteños, que parecen más ocupados en pelearse con los músicos del Colón que en proteger los cráneos de sus ciudadanos, y debemos andar expuestos a la violencia de cualquier psicópata (bueno, la mayoría, yo en lo personal me hice injertar un casco de moto intercraneal hace doce años. Desde entonces me dicen “El Bocha”, pero es un precio exiguo a cambio de la preservación de mi cerebro).



La “Burbuja” de la Invasión de Orcos: El ser humano es un animal de costumbres, y a pesar de contar con la SUBE, nuestros ciudadanos continuarán su actitud de recolección y ortibismo de monedas durante varios meses, en la idea errónea mas subconsciente de que las “necesitan para el colectivo”. Como al mismo tiempo –paradójicamente- el Hombre es una Criatura siempre al la pesca de Nuevas Tendencias y Coloridas Novedades, comenzará a utilizar la tarjeta con fanatismo, en cada ocasión que se le presente (incluso intentará utilizarla como tarjeta de crédito, sin resultados excesivamente positivos, yo sé lo que les digo). Esta “Maniobra de Pinzas” entre Lo Nuevo y La Costumbre redundará en una acumulación irreversible y cada vez mayor de monedas en los bolsillos de los ciudadanos. Los escenarios más optimistas indican que el exceso de peso producirá un paultino “gastamiento” del territorio argentino hasta hundirlo completamente en el océano, prognosis que debido al calentamiento global está de todos modos fechada para dentro de un año y medio (¿o una semana y media? Tengo que consultar mi Caledario Universal de catástrofes) así que no hay gran pérdida.



El escenario más pesimista y por lo tanto más probable, por otro lado, indica que los ciudadanos sufrirán, tirados hacia abajo por el peso extra en los bolsillos de un compresamiento del caracú de las rodillas y un astillamiento microscópico de los huesos, reduciéndose sus piernas a unos 20 cm; en principio esta nueva raza de enanos intentará adaptarse a su situación construyendo un entorno a su medida: casitas, autitos, callecitas, celularcitos, etc. Pero pronto seremos invadidos por tribus urbanas de países vecinos, específicamente aquellas compuestas de fanáticos de “El Señor de los Anillos” identificadas con los “Orcos”, acérrimos enemigos de enanos y hobbits, armados de “bodies modifications” (garras de adamantium y dientes afilados de acero inoxidable) y hachas destructoras, con un solo objetivo: exterminio y canibalismo. Desde luego será imposible defendernos con nuestras nuevas y risibles pistolitas (mientras que nuestras viejas armas habrán quedado sobre una mesa, es decir completamente fuera de nuestro alcance) y acabarán con nostros en un santiamén. Desde aquí se reagruparán y organizarán un ataque al resto del mundo, que no estará preparado para defenderse de la amenaza de estos “heavy-nerds”) debido al factor sorpresa y pronto la Humanidad será sólo un recuerdo, iniciándose la Era de Sauron, Lord Voldemort, Lex Luthor y Bono (que entre otras iniquidades el otro día me engrampó feo en un tremendo embotellamiento, con el recital ese del orto en Obras Sanitarias).



Otros países, más serios, más preparados, que no viven en la improvisación permanente, además de calzones de lata y casco de adamantium, le regalan a los usuarios de SUBE un par de zancos, para paliar este tipo de inconvenientes. Pero desde luego no podemos pretender que esto sea posible en un país donde todavía no se ha aprobado la Ley de Baranda Individual que enviío al Congreso todos los años, sin respuesta.



Mientras tanto, al tiempo que destruyo el mensaje para futuras civilizaciones extraterrestres que había redactado –ya que también están condenadas, condenadas, condenadas- intento buscarle el oado positivo a esta catástrofe inminente y le he tallado unos dientitos a mi SUBE para convertirla en una Shuriken de Plástico de Alto Impacto, con el objeto de defenderme de morlocks con monedas, orcos y por supuesto de otros sobrevivientes, ya que ahora somos todos amigos pero cuando quede una lata de viandada para doscientos tipos ahí te quiero ver.


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