Vivimos una época triste, donde la palabra empeñada, el Honor y los principios no valen nada; donde los valores sanmartinianos que nuestros abuelos, maestros y padres son moneda de cambio en pos de prebendas y beneficios personales. Tiempos difíciles y plenos de desesperanza. Sin embargo, todavía quedan resquicios que dejan entrever una luz: y si bien no existen aquellos Hombres de la Edad de Oro que no renunciaban a sus ideales no bajo los más graves padecimientos, existen otros, de alma de hierro y corazón caliente, que renuncian a sus ideales pero después de dejar pasar un tiempo prudencial. Como que tardan un poquito más, como que ta bien, no te digo un Sócrates, un San Martín, pero sí un Galileo, que se desdijo prudentemente pero tiró así bajito el famoso “Eppure se Muove”. Y no está mal. No está mal.
Todo esto para anunciar, con el orgullo de saber que he dado una batalla franca y honorable contra las huestes del tal Zuckerberg, que ahora tengo Facebook. Y, que se yo, viste que esto de los blogs “ya fue” como dicen los pibes de ahora y hay que arreglárselas lo mejor que se pueda con el tema del autobombo.
Así que digo adiós a ese joven idealista de cabellera al viento pero, ¿por qué negarlo?, un poco obtuso tal vez, un poco terco, zafio, para dar la bienvenida a la madurez, a la sabiduría de aquel que contempla a sus semejantes con una sonrisa plena de bonhomía, que se arrebaja a compartir con el resto su vino, su cordero y sus bailes populares; renunciando a criticar al prójimo desde una Torre de Cristal, para criticarlo desde una torre ponele de cemento, un par de pisos más abajo.
Y con la dignidad intacta de aquel que cedió, pero tardó (llanto). Miren, logos desafortunados (enviado por Claudia).
viernes, 29 de abril de 2011
¡No, si soy casi una mezcla de Arturo Illia y Federico Luppi!
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