1) .Permitir a nuestro hijo (en edad de serle permitido casi todo) subir a la cinta para distraer a la cajera, haciéndole caritas y tirándole besitos mientras .olvidamos. en el chango, por ejemplo, un pack de pan horneado natural, y ver si pasa. Además de divertido, es gratificante.. (Marcelo R., coordinador de postproducción de programas deportivos)
2) .Llenarle el changuito del supermercado a las viejitas desprevenidas con condones de distintos colores y tamaÑos.. (Gustavo S.)
3) .Correr por los pasillos (preferentemente los de lácteos) con el changuito agarrado a toda velocidad al grito de .boooommmmbaaaa.. (Gustavo S.)
4) .Simular una crisis nerviosa cada vez que llamen a alguien en el altavoz al grito de .¡Las voces no! ¡Las voces noooooo!!!.. (Gustavo S.)
Por último, el Sr. Mariano nos envía esta leyenda urbana sobre .los productos que la gente deja en las cajas. Lo que hacen en algunos supermercados es juntar todos esos .sobrantes. y cuando llenan un changuito, envían a una de sus empleadas a devolver la mercadería. (…) Donde yo compro, es la misma chica siempre, y no tiene palabras ver su rostro. O sea, al margen de a quien le guste o no ir al super, es una sensación confortable la de mirar una góndola, elegir un producto, tomarlo y ponerlo en el changuito. Ahora, si fuera al revés… ¡Es una verdadera tortura!!!.
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