Escribe el Dr. Tranca
Premio Nobel de Facto de la Medicina Ilegal
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Primera parte de la primera parte: Enzo Castrogiovanni es un rudo mercenario alcohólico de Barracas especializado en magnicidios. En el momento que empieza la película está a punto de matar al Presidente de Soweto, o rey, o jeque o lo que tengan en esos países de mierda (no por encargo de nadie sino para manenerse en forma) y luego de enfrentarse a la guardia pretoriana de zulús y derribarles las chozas con un tractor y satisfacer a quince morochas divinas (que antes intentaron matarlo, pero él les baja los humos a nalgadas), llega a la oficina del tipo para rematarlo con su matagatos, cuando recibe en la nuca un dardo con curare. Enzo hace a tiempo de darse vuelta para que el dardo no le pegue en la nuca –porque eso es de poco hombre-, se le clava en la nuez y antes de desmayarse se lo arranca y lo sorbe como si fuera una mielcita, diciendo “Yo el curare lo uso para condimentar la ensalada de mondongo”. No, pará, mejor no dice nada –esta no es de esas películas con diálogos- sino que los mira feo. Y después se desmaya. Esplosión.
Segunda parte de la primera parte: Enzo se despierta en un salón, rodeado de tipos de la CIA. Luego de soltarse y fajarlos a cachetadas, diciendo “a ustedes me alcanza con la mano abierta”, no pará, no, no dice nada, les pega y escupe a un costado con desprecio. Entonces se oye a un tipo que aplaude, es como un jerarca de la CIA medio enclenque y medio afeminado, rodeado de cinco robots armados y una espía de grandes senos vestida con un enterito rojo. Y agarra y le explica que representa a un grupo político que está en contra de Obama, y que quieren cagarle el éxito de lo de la muerte de Bin Laden; para ello, Castrogiovanni deberá llegar hasta donde está guardado el cadáver dle turco y ponerle un aparatito para que resucite (el “Dispositivo Lázaro”), y de ese modo demostrar que “el negro ese no sabe hacer nada bien”.
Segunda parte de la segunda parte de la primera parte: Castrogiovanni arquea una ceja y dice: “La vida no es mi negocio”. No, pará. No. No dice nada, porque es un hombre de pocas palabras. No es una película francesa, mierda. En vez, se agarra a trompadas con uno de los robots y aprovecha para tocarle el culo a la espía (que se siente terriblemente excitada ente el cotnacto de los dedos gruesos y grasosos de Castrogiovanni y emite un gemido), que es su manera de decir “Acepto”.
Tercera parte de la primera parte: Parte de sexo con la espía. Después se levanta y mientras se pone la corbata ella le ruega que no la deje y él le tira unos pesos en la cama, diciendo “Comprate algo y a la vuelta nos vemos”, no, pará, no le dice nada, agarra y se va mientras ella entra en paroxismo histérico y agarra y hay una esplosión, corte y Castrogiovanni está en Medio Oriente, en un campamento beduino. Entra en una carpa y hay doce tipos disfrazados de árabe, lanza una risa socarrona y se empieza a recagar a trompadas con los doce. Cuando están todos en el piso, sangrando y con moretones, se empiezan a dar virilmente la mano: son sus viejos camaradas de armas (hay un pibe joven, un negro, un loco, un experto en explosivos, un traidor, etc.), reclutados por la CIA para ayudarlo.
Primera parte de la segunda parte: “Chorizo” Martinelli, un ex compañero del Otto Krause de Castrogiovanni y actualmente el cerebro estratégico del grupo, presenta un ingenoso plan para entrar en el palacio morisco donde está guardado el cadáver de Bin Laden, perpo Castrogiovanni lo interrumpe de un castañazo y dice “dejate de joder, Martinelli, esto es palo y a la bolsa”; el resto de los muchachos le da la razón y lo recagan a palos a Martinelli, que era medio maricastañuela, y salen de la carpa corriendo y gritando y tirando tiros al aire.
Segunda parte de la segunda parte: Llegan al palacio y los atacan unos turcos con cimitarras, mueren tres de los nuestros y Castrogiovanni se venga aplastándolos con un tractor. Luego tira abajo la puerta de una patada. Ahí aparecen más turcos, y agentes de la CIA pro-obama y unos franceses de la OTAN que salen corriendo y lanzando chilliditos en cuanto ven a nuestros muchachos. Los matan a todos, mueren dos amigos de Castrogiovanni más, que ya medio que se está re calentando; se separa del grupo y llega al patio central, donde tienen a Bin Laden en una especie de caja de cristal tipo Blancanieves, custodiada por una minita muy fuerte, vestida con una burka ceñida al cuerpo. No, pará, no es una, son varias, es un harén, porque allá las minas son medio patoteras y vienen en harén. Un harén de minas con burkas de látex ceñidas al cuerpo; Ellas intentan tentarlo sexuallmente, pero a la manera talibán, es decir recitando unos versículos del Corán medio pesados, pero Castrogiovanni primero les baja los humos de una cachetada y después las satisface físicamente a todas juntas; ellas quedan completamente rendidas a los pies de Castrogiovanni, que encima las hace escuchar música “rock”, tomar vino, comer panceta y finalmente les abre a todas una cuenta de “Twitter”. Luego rompe la caja de cristal de un puñetazo, le mete el “Dispositivo Lázaro” a Bin Laden -que se despierta Medio confundido y diciendo “Eh, eh, qué pasa, qué pasó, eh, eh, torres, que pasa”- y se va sin mirar atrás.
Tercera parte: Castrogiovanni se junta con los que quedaron y dice “Misión cumplida, muchachos, vamos a tomar un Pineral”. Entonces una esplosión mata al resto de los muchachos. Castrogiovanni se da vuelta y ve que Bin Laden se acerca con un mega ejército de terroristas fundamentalistas, beduinos, tuáregs, jenízaros, piratas de Barbarroja, pibes palestinos que tiran piedras, tractores y también aviones de esos que tiran torres. Aparte conectó su aparatito a los cadáveres de –escuchate esta-: Hitler, Mussolini, Stalin, Mao Tse Tung, el Mariscal Tito, Perón, Alfonsín, Kirchner, Carrió y Fidel Castro y le dice que ahora sí acabarán definitivamente con los erros occidentales.
Segunda parte de la tercera parte: Es como una batalla llena de esplosiones, pero Castrogiovanni se va abriendo paso a las trompadas y con un tractor que le quita a Juan Manuel de Rosas, y agarra y los va haciendo cagar a todos. Finalmente quedan frente a frente con Bin Laden, que en el lío le sacó el matagatos a Castrogiovanni. Tiene una sola bala. Una sola. Y larga un gran discurso de que con una sola bala logrará derribar el único obstáculo entre él y la destrucción de Occidente y… No, pará, no dice nada. Porque Bin Laden también es bien hombre. Agarra y le dispara y Castrogiovanni cae muerto.
Última parte: Castrogiovanni, sin embargo, diez segundos antes de morir, lanza su último estertor de la muerte, un estertor bien fuerte que le alcanza para subirse a un avión, amenazar a todos los pasajeros con unas armas de plástico, pasar a degüello a los pilotos, prender el aparato, despegarlo y dirigirlo a toda velocidad contra Bin Laden, que grita “Shit” (en árabe). El avión le pega en la parte del medio de Bin Laden, que esplota y empieza a derrumbarse sobre sí mismo y muere. Y con la última parte del estertor –porque Castrogiovanni calculó bien bien bien en qué dirección mandarse el estertor ese- le arranca el Dispositivo Lázaro y se lo coloca él y resucita. Y escupe a un costado.
Epílogo: Castrogiovanni llega a USA con el mismo avión que usó para derrumbar a Bin Laden (todo abollado) y, en venganza por la muerte de sus camaradas, derrumba la Casa Blanca, el Pentágono, La Estatua de la Libertad y el Obelisco ese que tienen ellos. Se baja y viene el jerarca de la CIA, chillando y diciéndole que no cumplió con lo pactado, que es un borracho y que le devuelva la plata. Castrogiovanni dice entre dientes “me la gasté en putas” (que aparte es verdad), y le pega una trompada. Y luego se aleja hacia el horizonte. Y sin mirar también le tira una granada. Al tipo. Esplosión. Fin.
lunes, 2 de mayo de 2011
“¡Bin Laden: La Resurrección!”, Una Película del Dr. Tranca
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