Viajar a la encantadora ciudad de Santa Fernandina de los Bandeirantes, ubicada en un margen del Río de la Plata (en uno de los dos) es como viajar en el tiempo. Hacia adelante, porque tardás como cuatro horas y media.
Sus laberínticas callecitas -que conservan el empedrado original de la época del Virreinato-, además de romperte los mocasines, ofrecen rincones mágicos y misteriosos, que parecen especialmente preparados para las parejas de enamorados (o de gente a punto de divorciarse tomando medidas desesperadas); completan el cuadro los las santa ritas asomando por sobre los viejos paredones de ladrillo de barro, el Fuerte Histórico que aún conserva los caÑones de hierro y que domina el horizonte de la ciudad, y los viejos faroles que iluminan cada callecita y que, por orden del Consejo de Preservación del Patrimonio Histórico de Santa Fernandina, aún funcionan con velas auténticas.
.Desde que Santa Fernandina fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO., nos declara la Licenciada Roberta Tsar, vicepresidenta del Consejo, .sus habitantes hacemos todo lo que podemos para que nuestra ciudad no pierda esa magia, e incluso tratamos de recuperar la que ya está perdida. Lo más duro fue eliminar el tendido eléctrico, pero nos arreglamos bastante bien..
Y más que bien, puede atestiguar cualquier turista alojado en la Gran Venta de las Mortajas, una vieja posada que originalmente alojaba exclusivamente a marineros (en Santa Fernandina no existen los hoteles, como forma de preservación histórica; el otro lugar para hospedarse es el Convento de Santa Fernandina, que alberga a peregrinos, lo único que te tenés que tonsurar el pelo y te hacen levantarte a maitines y te azotan con unos rebenques, para mortificar la carne), y hoy sigue hospedando exclusivamente a marineros, ya que el intento de abrir la clientela fue vetado por el Consejo; pero aquellos que consigan una invitación al hogar de algunas de las familias patricias de la sociedad santafernandinense, podrá vivir la encantadora experiencia de ser atendido por esclavos (El Consejo de Santa Fernandina logró colar una excepción de la Abolición de la Esclavitud, válida exclusivamente para su territorio, en la última Reforma Constitucional), a quienes se aconseja no dar la mano por el tema del corcho quemado; se les puede pedir desde agua de pozo (el tendido de agua corriente fue destruido por el Consejo .a hachazos- a fines del 2006) a leÑos para las encantadoras salamandras inglesas que calientan las habitaciones (la planta procesadora de gas voló .accidentalmente. hace un par de aÑos) e incluso una paloma mensajera para comunicarse con el exterior (ídem teléfono). Un consejo para primerizos: no azote personalmente a su esclavo, eso le corresponde al dueÑo de casa, luego de comunicarle la falta que ha cometido (El azote está penado por daÑo a la propiedad con una multa de hasta dos “piezas de a ocho”, la única moneda aceptada en esta encantadora ciudad).
.Venimos todos los aÑos para festejar nuestro aniversario, y no se nos ocurriría ir a ningún otro lugar., nos dice Irina (37), que parece no querer despegarse un centímetro de su peor es nada Ramón; .Incluso dormimos tirados en el piso, en la Plaza Central, porque no hay hoteles. Pero vale la pena. Lo que pasa es que es una ciudad, ¿cómo te puedo decir? ¡Mágica!. ¿Y por qué es mágica, Irina? .Porque está lleno de adoquines y todo se cae a pedazos. contesta, tajante. ¿Algun consejo para los no iniciados? .Sí, que no hablen en inglés porque la gente te tira aceite hirviendo (risas)..
No hablar inglés, olvidarse del celular, del Internet, del wi-fi, el blog y el twitteo: un lugar para olvidarse de todo, para despegarse de todas esas maldiciones de la vida moderna, porque no hay electricidad, pero también porque todo eso está penado con el garrote vil, como nos advierte la Lic. Tsar cuando intentamos encender la grabadora, que guardamos prestamente. Claro que las ejecuciones públicas con garrote vil, si bien dolorosas para el ejecutado, son uno de los pocos espectáculos públicos que se pueden disfrutar en Santa Fernandina, aunque no el único: también están las ejecuciones con horca, con hachazos, lapidación y un tipo de ejecución inventado especialmente por el Consejo de Preservación Histórica, realizado con la ayuda de queso y perros hambrientos. Para quienes consigan una invitación, se puede asistir a alguna tertulia en la casa de las familias patricias -aunque no se sabe bien qué carajo es una .tertulia., me parece que es hablar; por la tarde, se puede ir de shopping: mazamorra, velas, pastelitos, empanadas calientes que queman los dientes e incliso agua .un poco turbia- servidos de manos de alegres negritos (vale para ellos también la precaución sobre el corcho quemado).
En cuanto a seguridad, sólo hay que tener cuidado con los salteadores de caminos que asuelan las afueras de Santa Fernandina, a la que sólo se puede llegar a través de un camino empedrado .que el Consejo de Santa Fernandina extiende clandestinamente sobre el asfalto de la Autopista Nacional a razón de 1 kilómetro y medio por aÑo, con el proyecto de “preservar históricamente” al resto del país- y en carro de bueyes, y también de la disentería, la fiebre amarilla, el escorbuto, la tuberculosis, la malaria o .vómito negro., bacterias todas potencialmente presentes hasta en el más inocente vaso de agua, y criadas especialmente in vitro como parte del Programa de Recuperación Histórica del Consejo (.Somos mejor que Vida Silvestre., ríe la Lic. Tsar). Como contrapartida, podemos olvidarnos del SIDA, aunque igual se aconseja usar preservativos (fabricados con vejigas de cerdo) para protegerse del .morbo francés..
Un lugar mágico, único, histórico, para entrar y perderse para siempre. En serio lo digo, pa-ra-siem-pre, pude mandar una paloma mensajera con este texto pero no me dejan salir, necesitan mantener la tasa anual de población porque si no se pierden el subsidio de la UNESCO y parece que a diario se les viene tratando de escapar mucha gente. .Por algo al Fuerte Histórico., me explica la Lic. Tsar, .le apuntamos los caÑones para el lado de adentro; total piratas ya no hay..
Y tiene razón.
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