Con Carlos Menem atrapado del otro lado de la cordillera y sus ex acólitos en estado de confusión y dispersión podemos tener la suficiente sensación de haber cerrado un ciclo como para entregarnos sin culpas al ejercicio de la nostalgia retro-menemista y decir .qué copado que era el uno a uno..
Esta no pretende ser una columna sobre economía ni política. De hecho, estaría en serios problemas si alguien me preguntara exactamente qué pretende ser esta columna. Por lo tanto no se trata de analizar el fenómeno de la convertibilidad ni su peso sobre nuestra debacle sino más bien de una dulce melancolía recordando los tiempos en que nos comprábamos cosas electrónicas o fingíamos ser millonarios con la sola alquimia de viajar a Brasil (por lo menos, algunos de nosotros. Y cuando digo .nosotros. me refiero a .nosotros. en restringidos períodos temporales, aquellos donde teníamos empleos y cosas por el estilo).
El caso es que, como el niÑo que despierta al día siguiente de su cumpleaÑos y no comprende por qué no le siguen haciendo regalos, empezamos a sentir la sensación de que el uno a uno, a pesar de ser una ficción, debería volver, aunque sea por un rato; algunos, con la genialidad de un astuto tiburón de las finanzas, nos juramos que si volviera no cometeríamos los errores del pasado y compraríamos sin vacilar ese televisor de 29 pulgadas que hoy nos resulta inalcanzable; sin embargo, somos adultos, somos realistas, y de momento esa perspectiva suena un poco fantasiosa.
Pero, ¿es tan difícil que vuelva por un rato? No digo volver a instalarla como sistema; uno entiende . vagamente . el concepto de respaldo económico que necesita la paridad peso . dólar y sabemos que el país no está en condiciones de sostenerlo. Pero, ¿no puede implementarse por UN DíA AL MES, para que nos demos un par de gustos?
Imagino algunas posibles objeciones: Se desatarían escenas de frenesí consumista, con caos y violencia de gente intentando invertir sus súbitamente reevaluados pesos; y aquellos grupos que cuentan con grandes capitales seguramente se aprovecharían de la situación, produciéndose escenarios de desabastecimiento; Por eso propongo que este .Día Mensual del Uno a Uno. se produzca por sorpresa y en secreto. Sólo nos enteraremos de que nuestro televisor nos salió la tercera parte al día siguiente (o mejor aún, a fin de mes, cosa de mantener el suspenso hasta el final); El consumo se convertiría en una especie de emocionante ruleta donde la variable a acertar sería el día en que elegimos comprarnos un pasaje a Bahía. Desde ya que esto .como todos los sistemas que incluyen algo de juego de azar . estimularía el consumo y la reactivación. ¿Qué persona que posea un excedente no se sentiría tentada de salir beneficiada con un descuento del sesenta y seis por ciento en la compra de un disco importado o una botella de auténtico ron del Caribe?
El Banco Central ni siquiera necesitaría privatizar nada para contar con el respaldo económico necesario. La sola recaudación del aumento del consumo consiguiente podría servir de .respaldo virtual. a este novedoso sistema. Se me dirá que probablemente se pierdan millones en otras áreas, como exportación y cosas así.
Pero yo pregunto: ¿no vale nada el goce malsano de cultivar a ese pequeÑo menemista espectador de Susana Giménez, viajador a Miami, paseador de shopping y manejador de camioneta 4 x 4 que forma parte tal vez indeseable pero inherente de nuestro espíritu? ¿Podemos sentirnos seres humanos completos comportándonos cono almas inmaculadas y que sólo alcanzan su éxtasis máximo escuchando a Lalo Mir y leyendo libros de Michael Moore? ¿Y nuestro Lado Oscuro? ¡Un día es lo que pido! ¡Un día al mes para descargar esos impulsos neoliberales básicos que nos taladran el fondo del cerebro con su mantra .comprate esa tele de pantalla gigante que sólo se vive una vez.!!!
Publicado a las 01:13 a.m.
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