Siguen llegando olores del Riachuelo:
“Según la época del aÑo, el Riachuelo pasa de oler a Campera de cuero húmeda (de lluvia) colgada al sol al más glorioso y crocante asado de tira.” (Matu)
“A cepillo de dientes viejo y fermentado dejado sobre el lavamanos durante las vacaciones de 3 semanas al exterior o a veces huele a sopa de zapallo dejada fuera del refrigerador por 2 días.” (Néstor Eduartes)
“A flan quemado en horno de azufre.” (Gerardo)
Y cuando parecíamos tener un ganador (el Puré Chef, votado por cinco personas y una que dice tener dos amigos que opinan lo mismo), llega esta inquietante denuncia:
“El Riachuelo huele a heces, y no solamente a heces de mono (Homero Simpson).” El olor que algunos asocian al pollo al spiedo y otros al puré Chef proviene de una fábrica de alimentos cercana, cuyo nombre no recuerdo, pero en la que no me gustaría trabajar (ni siquiera por el obvio servicio a la comunidad que implica el reolorizar el Puente Pueyrredón)” (Julián)
Antes de que esto derriba cientos de ilusiones, necesito algunas precisiones: ¿Cómo se llama esta fábrica? ¿Dónde queda? ¿Es correcta la expresión “fábrica de alimentos”? ¡No, no, dé la cara, Sr. Julián!
En realidad los olores mencionados -pollo al spiedo, puré instantáneo, jamón crudo, flan – dibujan la idea de una ROTISERíA MONSTRUOSA.
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