martes, 28 de noviembre de 2006

¡”KILOS DE VIDA”: DIARIO DE UN CUARENTóN ANORéXICO!





panza.jpgEntre el aÑo 2004 y el 2005 Fernando Montanari (42) llevó adelante su blog “Sobrekargado”, donde dejó testimonio de sus trastornos alimenticios, al tiempo que creó una vasta comunidad de miembros de un fenómeno creciente: el de los varones cuarentones anoréxicos.


A punto de publicarse el libro que recopila sus escritos, con letra muy grande, prólogo, prefacio, introducción, palabras preliminares, agradecimiento y dedicatoria, así que es bastante gordito y los $67 que cuesta están justificados, Montanari -¡que con su metro setenta llegó a pesar apenas 92 kilos! -sigue encarando el tratamiento que lo ayudó a salir de su enfemedad, aunque aún mantiene, como él las llama, “algunas maÑas”: “Todavía hoy le pongo una capa simple de mayonesa a los sandwiches de matambre. Es que dudo que pueda abandonar mi obsesión por la estética”.


Montanari mira por la ventana, mientra se obliga a tomar un vaso de Coca Cola “no light”, y piensa en la cantidad de muchachos que no pudieron salir. Suspira y susurra, con un escalofrío: “Yo pude contar el cuento. Otros no.” A continuación, algunos fragmentos de “Kilos de vida”. El cuento que pudo contar. Su Cuento.


21 de julio.

Ya no puedo seguir así. Me miro espejo y me veo gordo. Los ciento diez kilos que marca la balanza lo desmienten, pero, ¿qué puedo hacer? Sigo con mi dieta “del mediodía” y dejé de comer la “grasita” del bife. ¿Tendré que hacer dieta también a la noche? ¿No será mucho? Tengo miedo. Lo que más me cuesta es comer los tres platos de ravioles frente a mis padres, cuando al segundo y medio ya me siento sin apetito. Además, papá insiste en que me busque un lugar para vivir. él no me entiende. Nadie me entiende.


4 de agosto.

Estoy re angustiado. Me parece que la piba de la fiambrería de la vuelta se rió de mí. Todos se ríen de mí. Mamá dice que no, que me ve perfecto, que ciento diez kilos está bien para mi edad… Ojos de madre. Igual no lo sabe, pero estoy pesando ciento siete. Los alfajores que me da para ir al club los escondo en el auto. Me los como, pero dos horas más tarde, y aparte ya no lamo el papelito plateado. ¿Qué diría si se enterara? Prefiero no averiguarlo. No me entendería. Nadie me entiende.


23 de agosto.

Quiero morir. Cacho, ese chico con el que chateaba y compartía secretos para bajar de peso, fue internado por su esposa y sus pibes en una clínica: parece que estaba pesando 85 kilos. Para mí es un sueÑo, aunque no sé si dejaría de comer choripanes para lograrlo. Pero me admira. Hay que tener huevos. Intenté mandarle un mensaje para que no afloje, que siga intentándolo, yo sé que él puede llegar a los 82 kilos que se propuso, pero como se lo mandé adentro de un paquete de Kremokoas tengo miedo de que se lo hayan interceptado. Nadie me entiende.


2 de setiembre.

Hoy tuve un vahido. Ayer vi “Perros de la calle” y me quedé admirado de la silueta que mantiene Harvey Keitel a la edad que tiene. Es increíble, no sé cómo hace. Hay quien dice que estos son modelos irreales, que es una belleza inalcanzable impuesta por la frivolidad de la sociedad de consumo. Yo no sé. Sólo sé que me veo gordo. La cosa es que hoy me propuse bajar mínimo dos kilos para el verano, aunque me cague de hambre, y me pedí un bife de chorizo bien jugoso con ensalada de tomate, lechuga, zanahoria, berro, remolacha, huevo, choclo y queso mantecoso. ¡Y sin mayonesa ni nada! Me quedé con hambre, pero me sentí orgulloso de mi fuerza de voluntad. Lo que pasa es que a los veinte minutos me bajó la presión y por poco me desmayo frente a mis compaÑeros de oficina, un papelón (para disimular les dije que me había fumado un caÑo en la hora del almuerzo). Me tuve que comer cuatro alfajores Grandote para levantarme. Tengo que ir de a poco. Tengo miedo. Nadie me entiende. Tengo miedo de que nadie me entienda.


24 de octubre.

Estoy muy copado con las visitas a mi blog, la buena onda y el apoyo que recibo de los chicos que lo leen. me hace seguir adelante, a pesar de la imagen desalentadora que me devuelve el espejo. Les doy mi opinión sobre sus experiencias:

Pechuga: Me parece admirable que ya no te comas el cuerito del pollo del plato de los demás, pero andá con cuidado (yo tuve un vahido por algo parecido).

Mario: Yo también creo que tu seÑora te sabotea. No puede ser que haga guiso de lentejas todos los días (es un golpe re bajo!). ¿Probaste dejar el chorizo colorado a un lado del plato? Yo estuve a punto de hacerlo, pero mi mamá me estaba vigilando (y además me dio un vahido cuando pensé en hacerlo).

Harvey: Muy bueno tu nick, pero ojo con las excesivas expectativas. En cuanto a las milanesas yo logré pasar de cinco a cuatro en sólo cinco semanas. Se puede.

Morochoferoz: Me alegro que te hayan desaparecido las tetas de hombre (¡y qué envidia, jajjajaja!). Eso sí, para que tu mujer no lo note -se va a preocupar, viste cómo son las mujeres – por ahí te podés dormir en remera y rellenártela con algodón, o con unas bolsitas rellenas de carne picada (yo me estoy diseÑando algo parecido para cuando elimine los rollos).

skull: Sos un tarado, un irrespetuoso, si a vos te parece que estamos “enfermos” no lo leas, seguro que hablás de resentido porque a vos nunca te miró la chica de la fiambreria, jaajjaja.




15 de noviembre.

Hoy estuve barajando la posibilidad de hacerme bulímico. Pero traté de vomitar y me dio asquito. Lo que sí hago es ir al baÑo y eructar, yo creo que con el eructo algunas calorías se pierden. Nadie me entiende.




27 de noviembre

Estaba pensando en una pequeÑa encuesta para los participantes del blog: ¿Cuál es la estrella argentina que puede rivalizar con el físico perfecto de Harvey Keitel? Yo creo que podría ser César Mascetti.




12 de diciembre

¡Me veo los pies sin inclinarme (mucho)! No lo puedo creer. Y la balanza marca 99 kilos. ¿Será un sueÑo? Eso sí, tuve que renunciar al trabajo porque desde que dejé el salamín picado grueso maÑanero mi “metabolismo” se está “adaptando” y me cuesta levantarme de la cama. Otra pelea con papá. No me entiende. Nadie entiende. Tengo miedo.




17 de diciembre

Me encontré con mis viejos amigos del barrio para una parrillada de fin de aÑo. La mayoría me miró como si estuviera loco. Yo creo que es la envidia (la mujer de mi ex amigo Rafa me dijo que me estaba pareciendo a Hervey Keitel, casi me desmayo). Yo igual disimulé lo mejor que pude, aunque comí sólo dos chorizos (hay cosas en las que ya no puedo volver atrás) y le saqué disimuladamente el rellenito a los chinchulines. Me parece que Rafa me vio, porque después me preguntó si “estaba bien”. Le dije que estaba perfectamente. No me creyó. No entendió. Y, se va a quedar en el barrio.




21 de diciembre

Quiero morir. Apareció Cacho en el mesenger. Me dijo que ahora encontró al SeÑor y que come polenta con salchichas todos los días. Le lavaron el cerebro. Estoy más solo que nunca. Tengo miedo.




25 de diciembre

Quiero morir. Tengo miedo. Nadie me entiende. Ayer se reunió toda la familia por Nochebuena. Todos me miraban azorados y escuché cómo la tía Zoraya le preguntaba a mamá si estaba pesando 80 kilos, mirá qué exagerada la vieja. La comida fue una pesadilla. Había decidido limitarme a tres porciones de vitel tonné y dos de lechón, pero sin la “partecita blanca”. Pero mi mamá, que estaba re nerviosa, me empezó a insistir que coma la partecita blanca, que la coma entera, que no le haga ese desaire al tío Rolo, qué se yo. Después se empezó a prender mi viejo, a presionarme, a no sacarme los ojos de encima hasta que me coma la “partecita blanca”. Ahí estallé y – mientras me comía la “partecita blanca”, que la verdad estaba buena, yo le pongo un poco de mayonesa y queda chiche bombón -armé un escándalo, les dije que estaba harto, que me dejaran en paz, que mi vida es mi vida, que se la pasaban saboteándome y ahí me desmayé (es que apenas apenas había comido medio pollo al escabeche en el almuerzo). Me parece que me quieren meter en una clínica. Tengo miedo. Nadie me entiende. Nadie entiende que tengo miedo. Nadie tiene miedo de entenderme.




Hasta aquí, la caída de Montanari, que puede leerse en “Kilos de Vida”. Su descenso desde los infiernos de la anorexia masculina de mediana edad podrán leerse en “Mis Rollos”, la segunda parte del libro que probablemente se edite en abril, y en la tercera y en la cuarta, porque están pensando en ir editándolo con letra cada vez más grande.


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