Escribe Kiriatos
Fiel Asistente griego
elouzorulea@ubbi.com
“Recuerdo hace un tiempo largo, la Comisión para el Mejoramiento del Trabajo Ajeno aprobó una moción por la cual quedaba PROHIBIDO que se hiciesen los Simpsons en carne y hueso. Bueno, después del susto de la presentación de la temporada 17 en la que se hace toda con humanos, me encuentro hoy en Clarín con que EL 27 DE JULIO DEL 2007 SALE LA PELíCULA, TODA PROTAGONIZADA POR HUMANOS. Creo que este es el momento indicado para decir: ‘Apaguen todo y vámonos’.” (Franco Tolone)
Creo entender que el Sr. Tolone se está refiriendo a un problema acerca de unos cartones animados de la televisión. Permítanle a este viejo griego contestarle con una parábola.
Cuentan que el Viejo Karayannis, el hombre más sabio de mi aldea, se topó cierta vez con un joven cuyos padres estaban muy preocupados. El muchacho, que contaba ya con doce aÑos, en lugar de entregarse a los goces del amor con las muchachas del pueblo, o a trabajar en la mina de lignito de la aldea como su padre, perdía el tiempo yendo a ver el teatro Karagós, el milenario arte de las marionetas para niÑos que los saltimbanquis practicaban en la plaza central, tal como si de un niÑo de cinco aÑos se tratase.
En esta ocasión, el chico estaba muy contento porque uno de los saltimbanquis le había obsequiado una de las marionetas, y corrió a mostrársela al primer ser humano que encontró, en este caso nada menos que el Viejo Karayannis.
Ocurría que ese día el Viejo Karayannis estaba de muy mal humor porque había perdido veinte dracmas en los dados, jugando con Stavros, el tramposo del pueblo, por lo que la reacción del Maestro fue quitarle la marioneta de las manos al joven, arrancarle la cabeza y los bracitos (a la marioneta), arrojarla al piso, orinar sobre ella y luego pisotearla. A continuación llevó al muchacho hasta su hogar y, como la nobleza del viejo Karayannis le impedía aprovecharse de la escasa estatura del gandul, apaleó a su padre y luego quemó su casa. Luego la emprendió con unos transeúntes que pasaban por allí de casualidad, pero esto ya forma parte de otra parábola.
El muchacho miraba con lágrimas su juguete roto, pero no dejaron de causarle honda impresión las palabras de Karayannis cuando se marchaba: “Así como hoy te lamentas por el estado de esa marioneta, maÑana te congratularás por la misma cosa”.
Ocurrió que todo el episodio hizo madurar de golpe al joven; comprendió que no debía fiarse de su prójimo y que este mundo no es más que una apestosa cloaca; entró a trabajar codo a codo con su padre en la mina de lignito y permaneció en ella durante cincuenta aÑos; y un día, cuando volvía de emborracharse en la taberna de la aldea para soportar mejor su miserable vida, encontró el títere, olvidado debajo de la cama. Entonces, la casualidad quiso que pasara por allí un coleccionista de marionetas Karagós, que le pagó por ella tres mil dólares (aunque le explicó que si la marioneta hubiera tenido la cabeza le habría pagado cinco mil). Con este dinero, se mudó a Atenas y compró un taxi.
¡A los pocos meses, era dueÑo de la flotilla de taxis más importante de toda Grecia! Esto nos enseÑa que debemos ver en cada desgracia que nos ocurre una bendición, y que no debemos perder el tiempo con tonterías de niÑos y que debemos invertir mejor nuestro dinero y comprar un taxi en lugar de trabajar de fieles asistentes de un despreciabe parásito de la sociedad (es un ejemplo hipotético), todo lo cual se aplica perfectamente al caso del Sr. Tolone.
Pasemos al siguiente caso:
“Alucinante que consigan seres humanos de carne y hueso, en serio, es una rareza, pero esta gente de Twentieth Century Fox lo acaba de confirmar. No se cómo hacen, es difícil conseguir estos seres humanos de carne y hueso. Qué se yo, alucinante.” (Pablo)
Este viejo zorro griego cree entrever en la observación del Sr. Pablo una sutil ironía respecto de la redacción de esta noticia. Me recuerda a la parábola de “El Hombre que Todo lo Criticaba”:
Existía en mi pueblo un campesino que se especializaba en encontrar fallas en el comportamiento de los demás; por eso le decían “El Hombre que Todo lo Criticaba” (apodo que él mismo encontró un poco obvio y chabacano). Cuentan que un día el Viejo Karayannis se encontró con él en la taberna del pueblo y éste (el Hombre que Todo lo Criticaba) le dijo: “Viejo Karayannis, ¿por qué todos dicen que eres el hombre más sabio del pueblo? Yo no encuentro sabiduría alguna en tu accionar. Creo que eres un borracho y un matón. Sólo la desidia policial de nuestros funcionarios permite que estés en las calles causando disturbios y destruyendo la propiedad privada.”
Cuarenta días con sus cuarenta noches pasaron cuando el Hombre que Todo lo Criticaba salió de su coma 4, y entonces reflexionó: “Tal vez deba aprender a cerrar la boca”. Y desde entonces fue mucho más apreciado por sus seres cercanos. Creo que este caso también se aplica al Sr. Pablo.
Este viejo griego se despide y espera sus consultas con ansiedad, ya que el patrón me dice que lamentablemente no me puede poner en blanco pero en la medida que colabore y me ponga las pilas capaz que me puede conseguir un puestito en el diario (él dice que tiene influencias; También dice que prácticamente él dirige el diario, pero que está rodeado de inútiles retrógrados que le ponen palos en la rueda a sus revolucionarias ideas y por eso las cosas andan como andan, claro que todo esto en tono confidencial).
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