domingo, 8 de febrero de 2009

El País Submarino: A New Beginning





paissub.JPGEl leonino contrato que me ata al Tío -y que, según sus groseras palabras, no incluye “weblogs en tiempo real ni otras sandeces de esa clase”-me obliga a interrumpir mis merecidas vacaciones para encarar otro capítulo en mi búsqueda de la Argentina Profunda, el pís real, ese territorio hundido en la miseria, las tinieblas y el atraso, esa Argentina que no vemos ni queremos ver ni queremos en lo posible que conviva con nosotros pero ya la abandonamos en la ruta varias veces y vuelve la muy taimada, no sé cómo encuentra el camino: El País Submarino.


“Y esta vez te vas lejos en serio”, escupió el Tío con una sonrisa cruel: “A las Cataratas”. “Campana”, dije yo con voz firme. “¡Apóstoles!”, gruÑó el potentado. “Zárate y cerramos”, regateé con serenidad. “¡Los Esteros del Iberá!”, tartamudeó el miembro menos agraciado de mi familia materna, sin terminar de creer que estaba perdiendo la pulseada. “¡Entre Ríos!”, apostrofé golpeando la mesa y blandiendo una foto de la Abuela Clarín, la Santa abuela María Rosa Clarín que nunca abandonó a un Hijo en la estacada (foto que siempre rinde sus dulces frutos). Listo, Entre Ríos, quedamos así, fue un placer negociar con ud, Tío, es ud. un hombre de negocios despiadado, no me extraÑa que haya llegado donde llegó.


Entre Ríos, murmuro, y suspiro. Y carraspeo, y me atraganto y toso, por murmurar y suspirar al mismo tiempo. Entre Ríos, tierra mítica, extraÑa, lejana, desconocida. Muchos han marchado para conocer sus maravillas y pocos han vuelto. Algunos testimonios dan cuenta de prodigios infrecuentes en estas latitudes, tales como aldeas de pigmeos, hombres con cabeza de perro y dirigentes agrarios “con menos dientes de lo que la naturaleza ordena”, como menciona el charlista Mario Mactas. ¿Quién sabe cuáles de estos testimonios serán dignos de crédito? ¿Estarán hechas de otra cosa que la materia de la que están hechas los sueÑos sus ciudades de Oro Macizo y sus Fuentes de Néctar y Vino? Y lo más importante, ¿volveré? De hacerlo, ¿lo haré sobre mis pies?


Por lo pronto Kiriatos me ha adelantado que no será de la partida. “Yo me quedo a cuidarle las plantas, Patrón”. “No, pero de golpe si venís me podés dar una mano”. “No, no, las plantas, las plantas”, insistió el griego, fingiendo podar mi Penisetum. En fin, el Tío me ha adelantado que me asignará otro acompaÑante, que supongo será extraído de entre los elementos más zafios de ls arrabales más inmundos (“La crisis, la crisis”, se justificó por adelantado el tío, haciendo un arabesco en el aire que entiendo representa “la crisis”).


Con el corazón lleno de angustia, empiezo a hacer el equipaje y a despedirme de los míos, sin saber si regresaré. De hacerlo, tendrán noticias mías en algunos días. Si no, dejo esta foto de un inodoro clausurado con una piedra encima como testimonio de una potencial nota, seguramente inconclusa, sobre usos alternativos de los cascotes. Hasta pronto.


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