jueves, 19 de febrero de 2009

¡El País Submarino: El Secreto de los Innombrables!





paissub.JPGMiércoles 11 de febrero pero del aÑo 2011, 01:11 hs. Colón.

Los acontecimientos se han precipitado de una forma alucinante. Desesperado, sin voluntad para escapar pero conservando aún algunos hábitos pequeÑo burgueses .por ejemplo, el de dormir en un lugar que no esté completamente empapado- fui hasta la Proveeduría a preguntarle a uno de los cretinos que la atienden si no me alquilaban una tienda.


El desagradable cretino, de tez de textura extraÑamente rugosa .y turbante, porque absolutamente todos los que atienden la Proveeduría usan turbante, no sé si les había hablado de este detalle- me dijo: .Ju, ju, ju, el seÑoritu creu quu estu es la .Porveeduríu Deportivu… Y agregó: .Su quieres unu tiendu, bailu, perru, bailu.. Con lágrimas de humillación, improvisé un bailecito bastante gracioso, que en otro contexto se hubiera considerado .simpático. o .que recrea la gracia y la comedia ingenua de la época de Laurel & Hardy.. Pero no surtió el efecto deseado. El cretino fingió enfurecerse: .¿Es quu nu tenés dignidad, perru??? ¡Fueru du mu vistu!., y se acercó para darme una bofetada. Para que sintiera piedad de mí, intensifiqué mis pasos de baile y le di una patada en la pantorrilla, accidentalmente, El cretino cayó sobre mí, ambos nos desplomamos al suelo y en el forcejeo se le desarmó el turbante.


Entonces, toda mi concepción del Universo, el orden natural de las cosas, de la ciencia y la racionalidad como refugio de los terrores del alma se deshizo como un castillo de naipes, y me vi inmerso en una pesadilla: Un abanico de hojas de yatay se desplegó de lo alto de la cabeza del cretino. Contemplé con mayor detenimiento su rostro y observé que tenía la aspereza pilosa de los troncos de palmera que infestan la zona. Furioso, se quitó la ropa: Sus piernas culminaban en raíces y de sus axilas colgaban racimos del fruto del yatay.


¿Qué perverso camino había tomado la Evolución en esta región del mundo? ¿Qué Horrores sin Nombre se vendrían sucediendo desde Eones, dando como resultado a este inusual híbrido, a este monstruo irracional, a esta raza infame y perversa? ¿De que oscuro rincón del universo, de qué galaxia, de qué trozo de Materia oscura habrán llegado las esporas capaces de gestar y criar esta aberración?


Pero no tenía tiempo para entregarme al Horror Cósmico. El Hombre-Palmera (o .Bob PatiÑo., como lo bauticé internamente para suavizar mi repugnacia) tomó una artesanía hecha con fibras de coco que decía .Recuerdo de El Palmar. y trató de clavármela, pero logré esquivarla. Entonces escuché una voz:


-Permita el seÑor que me tome la libertad de defenderlo de su atacante.


Confieso en que hacía dos aÑos que esperaba este momento: el de ver, al fin, a Ibn demostrando cuál era su verdadera utilidad (el único día que intentó preparar un mate se quemó la mitad de los dedos de la mano y estuvo inutilizado por tres semanas, por citar un caso). Imaginaba precisamente esto: a un cruento matón y asesino, entrenado en las prácticas de boxeo de Oxford como en la trepanación cuerpo a cuerpo del Nilo, a una fiera humana surgir desde su lamentable estado de adicto (como Clint Eastwood en .Los Imperdonables.) para hacer lo mejor que sabe hacer: acabar con otro ser humano, o semihumano, como en este caso.


Fue una decepción: Ibn le lanzó una piÑa bastante desmaÑada, casi amanerada y torcida al Bob PatiÑo, algo como lo que podría haber hecho yo y eso ya es mucho decir, y luego perdió el equilibrio y cayó al piso. Acto seguido, el Bob PatiÑo lo ayudó a incorporarse y lo empezó a recagar a trompadas.


Decidí salir en busca de refuerzos. Como la realidad es que por acá no conocía a nadie se me ocurrió que lo mejor era buscar refuerzos en Buenos Aires, así que fui corriendo hacia el Taunus (Alguna vez quise canjearlo por una botella de licor, pero no lo quisieron aceptar). A las pocas zancadas, una figura familiar me pisaba los talones: Era Ibn, que había decidido que en realidad no, la verdad que no, nada que ver, no, no, no, no tenía ningún talento oculto, y optado por la alternativa más razonable.


Bob PatiÑos de todos los tamaÑos salían de todos los rincones, persiguiéndonos, dispuestos a enviarnos a la tumba junto con su horroroso secreto. A pesar de que nos encontrábamos a no más de doscientos metros del coche, el acceso hasta él se hacía cada vez más difícil: ¡La selva crecía milagrosamente, como por su propia voluntad, impidiéndonos el paso!


Selva.jpgDe algún modo sorteamos espinillos, yatays y otras especies de la flora de la zona y llegamos hasta el querido Mr. T. Al principio se quejó, resopló y se negó a arrancar, pero un llavetazo desesperado lo puso a tono, lanzando un rugido que inspiró respeto a los furiosos Bob PatiÑos. Pero el natural miedo y odio que el reino vegetal siente por estas poderosas máquinas movilizadas gracias a la magia de la combustión interna pueden más, ¡y media docena de hombres-yatay se lanzaron sobre el parabrisas como en un película de terror! Ante mi comando, el Taunus vibró, se balanceó, corcoveó y se despojó de los Innombrables. Luego, tomando en sus manos la venganza que ni Ibn ni yo fuimos capaces de ejecutar, avanzó por entre los caminos expulsando por los aires a Bob PatiÑos y a palmeras puras y duras, y di gracias al Cielo por ser dueÑo (bueno, bueno, dueÑo, dueÑo, un poco flojo de papeles pero ponele que dueÑo) de un coche lleno de abolladuras, salientes filosas en forma de tirabuzón, silueta contundente y cachos de chapa salidos para afuera, como la dentadura de una fiera o las púas de un gigantesco equidna: nuestros enemigos fueron destrozados en el acto.


Antes de salir del palmar, vimos un cartel que decía .Cuidemos la Naturaleza., y lo partimos al medio de un Taunazo.


Yatays.jpg


Estaba anocheciendo y la lluvia ha seguido, así que llegamos a la populosa ciudad de Colón casi a ciegas. Pero nos tranquiliza ver casas de más de dos pisos (no le pidamos más a la mentalidad provinciana), opulentos automóviles comprados a base de quintales de soja y algo parecido a la civilización.


Nos está costando, sin embargo, encontrar alojamiento. Los dueÑos de albergues, hoteles y propiedades con carteles que dicen .se alquila a turistas. salen a la puerta, escuchan nuestros ruegos, esgrimiendo la sonrisita autosatisfecha del que ya tiene cubiertas sus necesidades nos dicen que .está todo lleno. y luego muy macanudamente, que .no vas a encontrar lugar.. Aparentemente festéjase en la ciudad una simpatica celebración campesina y rural que nos está impidiendo descansar los huesos en un lugar decente, un festival de la artesanía, creo que se llama algo así como .Festival Provincial de la Artesanía del Orto..


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