El Sr. Eugenio Yep escribe:
“Mire. Su fiesta virtual está muy linda y le concedo que tiene un montón de elementos virtualmente imprescindibles en toda fiesta que se precie de tal, pero le está faltando:
“-Saladitos horripilantes que los invitados abandonan a medio masticar en una maceta, virtual.
-Desubicado/a que insiste a viva voz con que juguemos todos a Dígalo Con Mímica virtual.
-Invitado desconocido que se torna el centro de atención de las mujeres de la fiesta contando anécdotas casuales de cuando escaló el Everest en camiseta y robándonos la poca esperanza de protagonismo que teníamos dado que después de todo la fiesta es mía, virtual.
-Invitado borracho que vomita todo el baÑo justo antes de que nosotros estuvieramos por hacer lo mismo, virtual.
-Discusión entre el que puso la música del carnaval carioca ‘para que nos divirtamos todos’ y el melómano que insiste en poner las obras completas de Phillip Glass (o algo por el estilo) ‘porque eso es música y no esta basura’, virtual.
-Desubicado/a 2 que asesta el tiro del final a la fiesta moribunda proponiendo una ronda de mate, virtual.
-¡Más comida virtual!!!. O Ud. se piensa que nos va a arreglar con unas papas fritas y unas salchichitas virtuales? (sin contar con que los saladitos virtuales eran una porquería incomible).”
Más allá de estas pequeÑas falencias de organización, creo que la hemos pasado virtualmente bien. Quiero aprovechar para agradecer a todos los lectores que me mandaron sus muestras de afecto. Yo también los quiero mucho.
Especialmente agradezco el regalo virtual de la Srta. Mercedes G.: una copia virtual del de la película/documental de Martin Scorsese “El jardín sobre mis ojos – 1001 secretos del milenario arte del cultivo de cejas”.
Miren esto qué lindo.
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