La otra vez, o ayer, o el otro día, presencié una discusión en Facebook (lo más parecido que tengo a una “Interacción con otros seres humanos”) en la que se instaba a un tipo a “no filtrar”, a “decir todo lo que pensara, y al que no le gusta que se joda” y otros consejos dignos de Gengis Khan.
Meditando sobre esta toma de posición, que me parecía en principio una completa locura, llegué a la siguiente conclusión: quienes la emitían eran personas demasiado buenas; gente que puede decir exactamente lo que piensa porque piensa cosas buenas y puras –por lo menos en comparación con el común de los seres humanos- ya que, de otro modo, no creo que puedan llegar al final del día sin que alguien los divorcie, los despida o los mate.
Por ejemplo, el otro día fui al supermercado y me vi obligado a cometer el horrible pecado de Hipocresía tan denostado por estos ejemplares: por ejemplo, al tipo que estaba delante de mí –que estaba comprando una docena de paquetes de toallitas femeninas- me cuidé muy bien de decirle que no debería estar haciéndome perder el tiempo con esa compra ya que un hombre de su edad no tenía derecho a tener una esposa que todavía menstruara; y a la china de la caja no le dije que era sorprendente que su país de origen hubiera llegado a ser una superpotencia si todos sus conciudadanos eran tan estúpidos, lentos y antipáticos como ella. Por fin, cometí la infame fallutería de no explicarles que ambos hacían un gran equipo en la tarea de cagarme la existencia ya que sólo había ido a comprar una gaseosa y que si su objetivo en la vida era poblar el mundo de males, podredumbre y devastación estaban haciendo un trabajo magnífico y que en el Infierno ya debían estar preparándoles una bienvenida con fuegos artificiales, stands de empanadas y la actuación de Fuerza Bruta.
Todos estos pensamientos se cruzaron por mi cabeza en un lapso no mayor a tres minutos, es decir lo que duró mi estadía en la compra, y eso que soy un amor de persona. Por tanto, los humanos sin filtro que mencionaba deben ser prácticamente unos santos si pueden permitirle a su cerebro pasar a su lengua sin la intervención de oficial aduanero alguno.
A menos, claro, que no dijeran la verdad; pero eso no es posible, ya que dijeron que estaban en contra de la hipocresía. ¡Es para volver a tener Fe en la humanidad!
Miren, en la semana de Shemp, un video sobre “El Falso Shemp” (proporcionado por Lucas Nine)
martes, 12 de marzo de 2013
¡Explican por qué, con gente que no es como yo, el Mundo tiene Esperanzas!
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