miércoles, 13 de junio de 2012

¡Taller Literario: Segundo Truco para ser escritor argentino!


Y hoy, en el Día del Escritor (gracias, gracias), qué mejor que una nueva edición del taller Literario, para ustedes, que no son escritores. No sé qué son. Pero escritores no, porque si no no estarían tomando este taller literario (argumento Ad Hominem).



Y hoy es una ocasión especial, porque voy a dar un consejo que en lo particular me hace hervir de indignación. Tipo que yo no lo haría ni en un millón de años y habría que quemar vivos a todos los que siguen este consejo, pero uds. háganlo, porque perdido por perdido de última si no es por talento, capacidad, voluntad o alguna otra falsa esperanza yo los tengo que sacar adelante de alguna manera. Si hiciera falta, sobornaría a los jueces esos que determinan que uno es escritor o no (que los hay y los que somos ES-CRI-TO-RES hablamos con ellos en reuniones periódicas), pero vamos a tratar de hacerlo por derecha. Es el “Compromiso Podeti” que entrego con cada “voucher” correspondiente al pago d ela matrícula. Así que acá va:



Si querés ser escritor argentino, además de poner un personaje que se llame “El Algo”, tenés que fingir que te gusta el fútbol. Como Fontanarrosa, Dolina, etc. Y digo fingir porque doy por descontado que si te gustan los libros no te gusta el fútbol. NO-TE-GUSTA-EL-FÚTBOL. ES ASÍ. Me parece obvio. Una cosa es la escritura de libros (que requiere una espalda encorvada, anteojos de marco grueso, tos convulsa y un alma sensible y torturada) y otra el fútbol (que requiere salir a correr o ser enano y pobre y tener un alma sensible y torturada). Son dos actividades COMPLETAMENTE INCOMPATIBLES. ¿Te acordás de Borges, que era un escritor en serio? Bueno, dijo que el fútbol eran veintidós monigotes corriendo atrás de una pelota. ¡Y tiene razón! Ah, ahora vas a desacreditar a Borges, gloria de las letras argentinas, nada menos. Vos que no escribiste ni una lista de compras te atrevés a discutirle al autor de la obra de Borges. Ah, bueno. Pero después vino la demagogia esa de la “metáfora futbolística” y la poesía del fútbol y toda esa verdura. Que el fútbol es un campo de batalla, que se juegan pasiones y momentos decisivos y todas esas pelotudeces. Sí, sí, se juega el momento decisivo de si al jugador Pepino lo van a vender por cuarenta palos verdes o si el jugador Balduino va a esponsorear desodorantes por doscientos. Chaaaau, ¡qué poesía! ¡Pará, César Vallejo debe estar desesperado con la competencia!



Y aparte de eso ayuda un poco a la autoestima personal, porque como el escritor es acomplejado, lo mandaban al arco, etc., tiene que sobrecompensar con la cosa del fútbol. Viste que mucha firma, mucha presentación, vernisagge, pero a las chicas les gusta el macho musculoso y traspirado. Y el escritor, como quiere vivir todas las vidas posibles (si no no sería escritor) pero de traspirar no, gracias, ni hablar, ojo con el bobo, y, no, ya estoy grande, mucho tiempo escribiendo obras maestras como Churchill Reencarnado en Monte Castro, entonces agarra y se pone en la foto para salir junto al equipo de ocasión, medio como en la parte de atrás, saludando, y poniendo cara de ideólogo. Como si los tipos jugaran al fútbol gracias a él. Andáaaa, ¡CHAN-TAS! ¡CHAN-TAS! ¡CHAN-TAS! ¡Andá a laburar, atorrante! ¡Devolvé la plata!



Me dejé llevar, perdón. La cosa es esa, si escribís y en el reportaje de turno decís haciéndote el popular “y ahora los dejo porque el mundo de las metonimias y las sinécdoques es fascinante pero hoy juega Atlanta, y con algunas cosas no se bromea (risas)” ya está, sos escritor argentino ehh ahhh ohhhh.



Nada, yo se los tiro como salvavidas, yo paso porque soy persona con libro, como bien aclaran en esta lista de best sellers (¡Cómo! ¿Vos todavía no compraste? Uhhhhhhhhhhhhhh).


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