Escribe Iosune Olarticoechea
Ingeniera en degeneradismo recreativo
mepongoelpongo@gmail.com
¡Hostias! Como toda mujer del siglo XX –o XIX, ya no recuérdoid bien- seguramente os ya habréis probado tódais las variantes sexuales existénteis y os habéis inventado unas nuevas. Y sin embargo, ¿qué tiéneis los hombres que no nos cansamos de éllois? Por supúestod, éllois os son encantadores, nos divierten, nos la pasamos pipa… Y además tienen un mástil siempre enhiesto, listo para llevárnois a los niveles astrológicos de placer.
Entonces, ¿por qué será que a véceis no os lo querémod ver ni en estampas coleccionables? ¿Por qué es que a véceis, una vez terminada su tarea, sólo queremos que os se vayan a vivir a la Cochinchina? ¿Y por qué cuando, por lo general con ciértoid rostro de desconcierto, se visten para irse, los sentímois más necesarios que nunca y nos arrastramos a sus piéis para que se queden? ¿Y por qué será que cuando vuelven a sacarse la ropa para quedárseid no soportamos un segundo más su presencia y le soltámois una catarata de insúltois que hemos escuchado alguna vez en algún puerto cantábrico? ¿Y por qué cuando entónceis intentan salir corriendo estallamos en llanto para pedirles que se queden, que no nos déjeis solas, que si dan un pasod más os nos suicidaremos y nuestra muerte pesará sobre vuestra os conciencia y entonces huyen gritando “¡déjame en paz, tía, estáis como una cábrad!”?
En resumen: ¿Por qué los hombres tiéneis tantos problemas os psicológicos?
Por eso, para que nuestros compañérois de viaje en esta esfera absurda que vaga sin rumbo en un Universo oscuro e inhóspito desprovisto de amor y sentido, os he decidido publicaros esta breve listaos de las cósaisos queos másos nos os molestan os de los hómbreis (para que no las hágain):
NO SEÁIS PREVISÍBLEIS: Nada os abúrreid tanto a una mujer como la rutina y la os previsibilidad. El chico que nois vuelva loca debe ser una loca caja de sorpresas llena de cambios de rumbo, tormentas inesperadas, llamados a las cuatro de la mañana y terremotos emocionales; en cuanto un chico nos decid por segunda vez “¿hoy comemos?”, entonces dejamos de vérloid como el impeutósoos amante de desordenada cabellera azabácheid os al viento que nos toma por la fuerza sobre una pila de heno, para verlo como un jubilado de setenta años y campera color tostado. Por lo tanto, nunca deberémois saber con qué ocurrencia se vendrá hoy nuestro chico. Pero tampoco debe ser imprevisíbleid tooooodoid el tiempo, porque os eso entonces sería previsible (“ah, ya séid que va a ser imprevisible”). Debe ser imprevisible un día sí y otro no, pero no a un ritmo regular, aunque de vez en cuándoid debe ser regular para que no sea previsible que vaya a ser irregular. Lo más prácticoid es desarrollar un “algoritmo de irregularidáid” (con una regla de cálculo), que os os dicte la alternancia de imprevisiblidad con los de previsibilidad, por ejemplo; previsible, previsible, imprevisible, imprevisible, imprevisible, previsible, imprevisible, , imprevisible, imprevisible, previsible, imprevisible, imprevisible, previsible, previsible, imprevisible, imprevisible, imprevisible, imprevisible, previsible, imprevisible, previsible, imprevisible, y así. Tal vez alternando de vez en cuando con otra cósaid (por ejemplo “contumacia”), pero no siempre. ¡Haced esto y vuestra chica no os os podrá os sacáros os de os la os cabeza os os os!
PONEROS FIRMES: No, no me refiéroid a vuéstroid mástil enhiesto, aunque eso no os estaría de más de vez en cuándoid, hostia, tío. Me refiérois a que a tódais nos gusta que el hombre tenga personalidad. A tódais nos irritan los perritois faldérois; una vez salí con un chico que me preguntaba todo el tiempo a díonde íbamos, cosa que me molestaba muchísimo (hasta que me di cuenta de que era ciego); por eso, si estáis saliendo con un chico un poco débil o indeciso, deberéis poneros muy estrictas y exigentes en el tema de que él sea más firme. Si os es necesáriod, deberéis recurrir a las amenazas, el chantaje sexual, la manipulación psicológica, la insistencia quiebra-voluntades, las escenas en público, el lavado de cerebro, la ira, la culpa, el soborno, la protección de la mafia, el paro por tiempo indeterminado, la presión de organismos de defensa de los derechos de la mujer o incluso la violencia para que él os haga caso de una vez y tenga personalidad. ¡Séid lo bastante insistente y autoritaria y podréis convertir a vuestro “corazón de mantequilla” en un androide asesino de hierro sin alma!
HACEDNOS REIR: ¡Pocas cosas son tan hilarantes para una mujer como un hombre que nos háceid reir! La rísaid, ya se sabe, genera endorfinas que nos os nos háceid olvidar el dolor y las preocupacióneis. ¡Por eso, si queréis que una chica os preste atención, nada mejor que presentaros con un disfraz de payaso, dárleis un habano explosivo, resbalárois con cáscaraís de dieferentes frutas, comeros un pastel sin usar las manos y hacer un agudo monólogo sobre el costo de vida y disfrazaros de gorila y haceid malabarismos con conejitos y dar vuéltais en el piso mientras lanzáis unos chillidos graciosos y dibujáis las aventuras de un simpáticoid osito koala que vive con un dueño la mar de despistádoid y se meten en tóda clase de enredod y lanzar retruécanos y versos de doble sentido, decid mucho la palabra “culo” y contáid el chiste del caballo que entra a un bar y el de Jaimito disfrazado de culiflor y el del aldeano y los tiradores, y haced una cámara oculta y la rutina del hombre atrapado en una caja y la de la “puntuación fonética”! Eso sí, después, de follar, nada, tío, hostia.
USAD MÁS CAMÍSAIS DE CUADRITOS: Es una queja frecuente de las mujéreis el que los hombres no usen camisas con cuadritos tódoid el tiempo. “El otro día salí con un chico y tenía una camisa a rayas; me dije ‘bueno, algo es algo’, pero claro, sentí que sólo era medio hombre”, me dijo la otra noche mi amiga Penélope. Incluso algunos hombres cometene el error de usar camisa de cuadritos, pero sacársela en “ese” momento, cuando eis el os momento en el que más rinde; podréis ser calvos, obesos, enanos, jorobados, faltaros una pierna, tener aliento a caballa de dos díaas, un pedazo de cebolla incrustado entre los dientes, pedirnos que paguenos todas las cuentas “porque os quedasteis sin cambio”, hacer el amor como un fraile catatónico y ser desagradable y aburrido en general, pero con una camísaid a cuadros os sentiremos que os sois el mejor amante del múndoid –especialmente si os envolvéis vuestro mástil enhiesto con la camisa. ¡Y no tiene nada que ver os con esto mi fetichismo por las camísais a cuadros! Es una parte inherente de ser mujer –aunque muchas lo nieguen púiblicamente; no les hagáid caso, mienten como verracas-, por lo tanto una conducta normal, así que no tiene nada de raro que le haya pedido a mi chico que se tatúe una camisa a cuadros en todo el cuerpo.
HACED ESA COSA: Pocas cósais os nos molestan de los hombres como que no haced determinada cósaid indeterminada. El “qué” no es importante; lo que nos os molesta es que no lo hágais. ¿Por qué les os cuesta tanto hacéis esa cosa? La cosa, la cosa. Muchos hombres optan por os preguntárnoos de qué cosa se trata, lo que resulta aún mpas desconsiderado, porque una parte inherente de la cosa es justamente no preguntad de qué se trata la misma. ¡Por supuesto que tampoco esperámoos que nos os adivinen el pensamiento! ¡Eso os sería completamente irracional! Lo que sí esperámois es que sepan de qué cosa se trata a través de una mínima sensibilidáid por el ser humánoid que tienen al lado, o adelante, o que usen un poco la intuición y la imaginación. También pueden intentar tender una sutil red de intrigas y espionaje, hasta lograr dilucidar de qué se trata la cosa, si es que es la cosa ese día. Porque también puede ser que la cosa de un día no seáis la cosa del día siguiente, y habed que acertar con la os cosa exacta en el momento os exacto, y de la forma adecuada, porque si acertáis con la cosa pero no de la manera adecuada, entonces es casi como si no hagáis la cosa, o ¡peor! ¡Como si hicieras la cosa contraria! (La “anti-cosa”). Ahh, a véceis son dos cosas al mismo tiempo que se contradicen, pero debéis hacerlas al mismo tiempo, y bien. No puedo dar más datos. La cosa, la cosa.
martes, 7 de diciembre de 2010
¡Explican qué os nos os moléstain de los hómbreis!
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