viernes, 3 de agosto de 2012

“¡Padres!”, una película del Dr. Tranca.


Escribe el Dr. Tranca

Premio Nobel de Facto de la Medicina Ilegal

ayudemedrtranca@gmail.com



Un poco para celebrar esta noticia, que salvo por el tema de la sodomía (un pequeño precio que hay que pagar) me parece bien. La crianza es una tarea de hombres bien bien bien hombres (salvo por lo de la sodomía), hoy por hoy, yo retoño, si tengo al loco de la motosierra delante prefiero que mis papás sean Charles Bronson y Clint Eastwood, y no dos minitas como, no sé, Sally Field o Tom Hanks.



Principio: Una vez permitida la adopción por parejas de hombres, la Humanidad evoluciona a toda velocidad en este sentido, ya que –desaparecida la nefasta influencia femenina en la crianza- el resultado es una nueva especie de hombres bien hombres pero bien hombres bien hombres bien hombres en serio, duros como el acero y de palabras breves pero certeras; exterminando, teoría de la Evolución mediante, a los maricastañuelitas con mamita que los dejás una semanita en el Serengeti y lloran como nenas (Las mujeres, que todavía hay, en cambio, pasarían a convertirse en máquinas de concepción y parto, a cambio de que les tiren unos mangos para comprarse cosas y ropa. Una “win-win” situation). En esta nueva y paradisíaca sociedad, sus habitantes pasan los días organizando asados, arreglando autos y resolviendo sus diferencias con los puños, como debe ser; Y el resto del tiempo, con el tema de la sodomía, que la pareja es importante.



Introducción: Agarra y el Presidente del mundo Mbrrrrfrrrrrr (en esta nueva civilización, los floridos y amanerados nombres de la actualidad han sido reemplazados por austeros sonidos guturales) explica que hemos llegado al pináculo de evolución: Una horda de indestructibles máquinas de matar con puños de hierro, mirada de acero y estómago de adamantium, con la testosterona desbordándoles por los poros (los tipos caminan y va quedando un charquito azulado. Es la testosterona), el cenit de la masculinidad, la incorruptibilidad y la nobleza. Con el detalle ese de la sodomía, bueno. Esplosión. Y ahora que la totalidad de los miembros útiles de la Sociedad se han agarrado a trompadas dejado en comapor lo menos una vez en la vida, a la Humanidad le quedan pocos desafíos, así que va a hacer estallar la Gran Bomba. ¡Porque además, se me cantan las bolas!, agrega.



Prefacio: Esplosión. No va que agarra y dice esto y agarra y llega del espacio una super nave extraterrestre, de donde bajan los Mfrrgrrr, una Civilización guerrera y compuesta exclusivamente de furibundos machos dominantes (que ejercen una dominación rotativa y democrática, mediante un sorteo), que se dedican 50 % al sindicalismo metalúrgico y el otro 50 % al lanzamiento de tractores y los que quedan al cloaquismo extremo, y agarran y dicen: ¡Hemos venido a exterminarlos, y a demostrar quién de los dos pueblos es más más más hombre! Si ganamos, los exterminaremos. Si perdemos, los convertiremos en nuestros esclavos sexuales (y después los exterminaremos).



Prólogo: Agarra y se agarran a trompadas todos para decidir quién va a representar a la Tierra. El ganador –que sale de la batahola con el fémur roto, pero se la banca- resulta ser Garrrgrrrogrrrr, un rudo domador de caballos, terdera generación de hijos de parejas monosexuales. Se despide con un húmedo beso de lengua de su esposo –porque para un hombre bien hombre la familia es lo primero- y allá va, al muere, sabiéndolo, sin que se le acelere el pulso y escupiendo al piso con desprecio. Llega a donde están los Mfrrgrrr, y lo confrontan al toque con su campeón Orrrgrrrogorrrr –que también llega con el fémur roto después de recontracagarse a hostiazos con sus coterráneos. Su primera reacción, por supuesto, es agarrarse a piñas entre ellos, pero los separan (a trompadas) y les explican que deberán superar tres pruebas en las que demostrarán su virilidad.



Proemio: El Emperador de los Mfrrgrrr, el imponente Brrrgarrgrrra anuncia la primera de las pruebas: Arreglamiento de un Auto. Pero no de un Auto cualquiera. ¡Orrrgrrrogorrrr, el campeón, deberá arreglar un tanque Panzerkampfwagen III del año 1932 en estado lamentable, con los ojos vendados y con la sola ayuda de un escarbadientes! Después de 45 horas de trabajo intenso entre cigüeñales engrasados y burros de arranque sulfatados –solo secundado por su esposo Arrrgorrrgrooogrra, que entre beso de lengua y beso de lengua le ceba unos mates-, Orrrgrrrogorrrr anuncia con voz seca, como quien no quiere la cosa: “Era el cardán y la cruceta que se había troquelado por el roce, le subí el carter y le bajé el carburador, listo el pollo”, para encender el vehículo que responde con un sonoro y viril rugido. Las cosas no parecen ir bien para nuestro héroe, pero entonces le presentan el automóvil elegido: ¡Se trata de un Taunus “L” celeste del año ’80, con la manguera incendiada! La sola e inconmensurable dificultad de la prueba presentada otorga automáticamente a Garrrgrrrogrrrr el status de ganador, que festeja haciéndole gestos obscenos en la cara a Orrrgrrrogorrrr. Se agarran a trompadas (y pasan a unos besos de lengua, en medio de la adrenalina, pero los separan).



Introito: Es el turno de la 2da prueba: Trasegamiento de un Lechón. ¡Garrrgrrrogrrrr debe enfrentar el desafío de devorar, sin ningún tipo de cubierto (y después de arrancársele todos los dientes) un lechón de 500 kilos transgenéticamente modificado para estar compuesto exclusivamente de grasa y un algoritmo especial de combustión, que impide que se termine de cocinar nunca! Haciendo uso de sus poderosas encías, el recio crédito local no deja ni los huesos, pero se atraganta con el rabo y lanza sonoramente el saurio a los cinco minutos (dejando sin vida a un par de docenas de barra bravas del equipo enemigo). Orrrgrrrogorrrr, en cambio acomete su jabato albino de Marte de 670 kilos y, sin dientes de antemano debido al vicio del masticamiento de costras, lo troza con sus párpados, para luego sorberlo a través de las fosas nasales. También lanza (media platea sin vida), pero recién a los seis minutos, lo que le atribuye la victoria.



Precuela: Agarra y llega la tercera y definitiva prueba, que definirá al ganador: No Llorar. Orrrgrrrogorrrr es torturado por unas máquinas infernales, comandadas a control remoto por los 100.000 espectadores durante horas, pero se la re banca. Gruesas lágrimas color rosáceo asoman a sus párpados, pero diciendo “¡Juerza, Hombre!” las reabsorbe, las dirige mediante conductos craneales internos hasta los cornetes y las transforma en semisólidos gallos, que a continuación escupe en señal de desprecio por el público, por el Emperador, el contrincante, y por vos y por tu papá, gil. La multitud estalla. Llega el turno de Garrrgrrrogrrrr y van directo al grano: le aprietan la aleta de la nariz con una pinza de depilar, donde se encuentra el centro nervioso del llanto. Garrrgrrrogrrrr resiste la punción durante horas, que se convierten en días y semanas, con los brazos cruzados y diciendo “¿Y? ¿Cuándo empiezan?”. Pero por dentro el sufrimiento es insufrible, cosa que resulta un poco paradójica, y siente como si todas sus entrañas le hubieran sido arrancadas y luego utilizadas como esponja de bronce para limpiar las letrinas del Infierno. Él igual nada, mira con una sonrisa canchera. Hasta que las lágrimas, espesas, escasas pero concretas, involuntariamente, empiezan a asomar por la partecita de abajo del ojo derecho. ¡Y una de ellas es disparada hacia el piso! El Emperador Brrrgarrgrrra anuncia el Triunfo de su Civilización y el pronto Exterminio de la nuestra, previa publicidad de un cartel que dice “Los Mfrrgrrr la tenemos más grande”.



Conclusión: No va que dice esto y agarra y Garrrgrrrogrrrr hace un visaje, un visaje imperceptible con el dedo y todo el estadio queda en silencio. Y empieza a llorar con todas sus fuerzas. Pero no son lágrimas de tristeza, ni de frustración, ni de odio. Tampoco son de alegría. No. Son de ácido sulfúrico. ¡Generaciones enteras de hombres bien hombres han oxidado los lacrimales de nuestra especie, convirtiendo su líquido elemento en el más mortífero y destructor de los fluidos! ¡Ahora Garrrgrrrogrrrr recorre todo el estadio llorando sobre los viriles alienígenas, carcomiéndolos con su llanto hasta convertirlos en trozos de pulpa violácea! Al fin se acerca al emperador y le dice “No llores por mí, Brrrgarrgrrra”. Y le llora encima y lo mata.



Desenlace: El Presidente del mundo Mbrrrrfrrrrrr agarra y lo felicita y le dice que ahora sí, va a agarrar y estallar la gran bomba. Garrrgrrrogrrrr le dice que haga lo que quiera, que le chupa un huevo, que él no es su papi, y vuelve, sucio y sudoroso pero triunfal, mirando a su alrededor con una mezcla de desprecio y cansancio, a su Hogar, donde lo espera su marido y se dan unos besos de lengua y cosas de sodomía y después se cagan a trompadas y piden una pizza. Fin.


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