Cuando era chico el avisamiento de un famoso era todo un acontecimiento. Recuerdo particularmente tres: Marcos Zucker (hablando con un tipo en la calle), Juan Carlos Calabró (ídem), y un individuo rubio que, según un amigo no demasiado confiable, era el Caballero Rojo de civil (Pasaron aÑos antes de que se instalara la leyenda urbana de que era el Beto Imbelloni). Hay un cuarto caso, el de Chico Novarro, pero no vale demasiado porque era el padre de una nena que iba a mi escuela, lo que lo volvía previsible, y en ese momento yo no tenía idea de quién era. Era un famoso de oído (Mi hermano: Ese es Chico Novarro. Yo: -Sin entusiasmo, con un poco creíble gesto de admiración- Aaah…).
Pasaron los aÑos y otras celebridades fueron incorporándose a mi catálogo: Charly García, Diana Maggi, Santiago Bal, Fito Páez (cuando fui a ver .Thelma y Louise.!), Carlitos Balá (en una fonda en Bariloche), Víctor Laplace, Luca Prodan (en una fiesta) y otros.
Estos avistajes tenían el encanto de lo extraÑo, de lo inusual. Como el oro, su valor era inversamente proporcional a su abundancia. Porque en esa época no era sencillo lograr la fama. Sólo había cuatro canales de TV y había que realizar grandes hazaÑas para alcanzar el reconocimiento del pueblo.
Pero luego todo cambió. No sé si a ustedes les pasa, pero de un día para el otro empecé a ver famosos por todos lados. No sólo eso, mis allegados también me contaban avistajes cada vez más frecuentes: .Fui al C.O.D.O y estaba Jean Pierre Noher., .Leonardo Sbaraglia está casado con una amiga de mi cuÑada., .Acá a la vuelta vive la que conduce Mascotas y Plantas..
Y fue el Caos.
Porque gracias al cable, Internet, los programas de chismes y panelistas, la multiplicación de tiras Adriansuarinas con elencos de doscientas personas, el aumento geométrico de gente que trabaja en la industria de los medios, la conversión de Palermo en Palermo Hollywood (es decir, un barrio donde viven seres humanos invadido de golpe por el mundo del espectáculo), convengamos en que cualquier pavote tiene no ya sus quince segundos sino sus buenos 365 días de fama. No se puede caminar dos cuadras sin toparse con el protagonista de la tapa de Gente de la semana pasada.
¡Basta! ¡Si todos son famosos, es como si ninguno lo fuera, cielo santo! ¿Dónde está la emoción de ver a Juan Cruz Bordeu si ayer me crucé a Juan José Camero y hoy por la maÑana a Ludovica Squirru acompaÑada por Ernesto Sábato y Jacobo Winograd? ¡Pongamos restricciones! ¡Revaloricemos el concepto de Star System! ¡Elevemos el nivel de cholulismo promedio para que sólo 10 ó 15 elegidos entren en la categoría de .farándula.!
Y cuando nos crucemos en un tilingo bar de Las CaÑitas con ese joven actor protagónico de una producción independiente con varios segundos premios en el Gran Festival Semanal de Zaragoza, finjamos no reconocerlo, entrecerremos los ojos y limitémonos a preguntarle .¿El BaÑo?..
Publicado a las 11:04 p.m.

Hemos visto este objeto principalmente en películas antiguas, en la puerta de las desaparecidas “barberías”. Consiste en un cilindro, encerrado en una cápsula transparente, con un diseÑo en forma de hélice que lo recorre, por lo general rojo. Al girar provoca la ilusión de que las rayas suben. Por su carácter hipnótico y fálico podríamos considerado el abuelo de la lámpara de lava (Ver “Coso n° 3″). El mecanismo publicitario, o porqué debemos relacionar este objeto con un lugar donde nos cortan el pelo no ha sido establecido claramente. Podemos observar uno en pleno funcionamiento en la calle Constitución al 1200.
Las estupideces que se cometen en nombre de la corrección política suelen ser inabarcables. Tomemos como ejemplo a los
Instrucciones: Abrir el diario en la página de 

El boom de la temporada otoÑo-invierno del 98. La vimos brotar de la cabeza de NATALIA OREIRO en el afiche de “Un argentino en Nueva York” y proliferar bajo la forma de bufandas y demás accesorios femeninos. Nadie sabe cómo se llama. Vista de cerca, podríamos describirla como una serie de banditas semielásticas hechas de un material parecido al terciopelo y unidas entre sí por un eje central. Pariente lejana del “Pompón Relajador” (Ver “Coso n° 4″). Informaciones recientes dicen que su nombre científico es .Chenille. o algo por el estilo.
La inminente crisis energética no tiene por qué ocurrir. Nuestra calefacción y electricidad no tiene por qué depender de espurios intereses económicos. Sólo hace falta que nuestro país se modernice y entre de una vez en el Mundo del MaÑana. ¿Cómo? Invirtiendo menos en hidrocarburos y más en
Mientras vaciaba el turucuto el otro día, encontré el viejo 
Hace unos aÑos Bernardo Neustadt vendía en su programa esta especie de pompón formado por banditas de goma de diferentes colores (Curiosamente, Es el segundo “coso” emparentado con Bernardo Neustadt. Ver “Coso n° 2: El hombre araÑa argentino”). Se suponía que apretarlo repetidas veces reducía el stress. En realidad, el sólo mirarlo fijamente producía inquietud y furia. Tenía olor a fruta. Afortunadamente desapareció al poco tiempo.
Podríamos tal vez darle el título de “Reina de los cosos”. Sumamente onerosa y presente en la casa de todo joven moderno y adinerado. Gracias al cruce de diversas LEYES DE LA FíSICA, la materia cerumen se derrite con el calor de la luz que está en la base, comienza a flotar en el aceitoso líquido que la rodea, y debido a la forma aerodinámica del contenedor , vuelve a caer, reiniciando el espectáculo hipnótico que nos ha hecho babear en tantas trasnoches de locura.
No es argentino (Es de Taiwan) ni se asemeja al hombre araÑa. En realidad se parece un poco a Bernardo Neustadt. Lo vende un seÑor en la calle Florida y consiste en un pequeÑo androide de plástico cuyas extremidades terminan en unas esferas pegajosas y levemente repugnantes. Cuando el vendedor lo arroja contra la pared, el homúnculo repta y desciende prodigiosamente. Cuando intentamos la hazaÑa en casa, rebota contra la pared, cae atrás de la cama y sus esferas se llenan de pelusa, quedando inutilizado para siempre. Pero por un peso qué querés.




